El confinamiento provocado por la pandemia de la Covid-19 que mantuvo encerrada durante meses a millones de personas afectó de mucha formas a los que se vieron atrapados en sus casa para evitar el contagio. Algunos experimentaron episodios de ansiedad, otros incluso tuvieron síntomas de depresión; pero una de las carencias que presentaron muchos pacientes fue la falta de vitamina D.
Sí, esa que obtenemos con gusto cuando tomamos el Sol. Precisamente por eso, ante la imposibilidad de poder salir a la calle y respirar aire puro, hubo mucha carencia de esta vitamina en nuestro cuerpo.
Aunque, eso sí, no solo se obtiene mediante la luz solar; sino que también podemos encontrarla en algunos alimentos que podemos consumir en prácticamente cualquier momento del día, como huevos, mantequilla, aceites de pescado y leche.
Otros alimentos ricos en vitamina D son la anguila, atún fresco, atún, bonito, caballa y otros (conservas en aceite), mayonesa, arenque, congrio, bonito fresco, atún, bonito, arenques, sardinas y otros ricos en grasa (conserva salada y ahumada); entre muchos otros, tal y como recoge un informe de la Clínica Universidad de Navarra.
Es decir, que resulta incluso difícil no disponer de niveles adecuados de vitamina D en nuestro cuerpo con la cantidad de fuentes alimenticias que existen de donde poder consumirla. Sin embargo, es común ver a gente que necesita de un suplemente en forma de pastillas (o cualquier otro formato) que ingieren cada determinado tiempo para poder tener a raya esta falta.
Y lo cierto es que, tal y como indican desde CUN, las vitaminas son sustancias orgánicas imprescindibles para la nutrición de los seres vivos. «No aportan energía pero sin ellas el organismo no sería capaz de aprovechar los nutrientes», subrayan.
Por tanto, es imprescindible poder saber, sin tener que recurrir a un médico, si nuestro cuerpo nos está pidiendo más vitamina D porque en algunos casos graves de falta de la misma, como en los niños, el déficit da lugar a la malformación del esqueleto (raquitismo). En el caso de los adultos, puede provocar osteomalacia.
Si te preguntas cuál es la verdadera función de la vitamina D en los seres humanos como para llegar a derivar en dichas deficiencias, se trata de una de las sustancias que ayudan a la absorción del calcio y del fósforo, además de tener controlado el nivel de calcio en sangre — de esta forma se consigue una buena coagulación— y es una de las responsables de desarrollar unos dientes y huesos fuertes.
Tal y como informó la Sociedad Española de Investigaciones Óseas y del Metabolismo Mineral, el cansancio, la fatiga, dolor de huesos o articular o la debilidad muscular son algunas de las señales con las que nuestro cuerpo nos avisa de esa falta de vitamina D.
Además, hay otros indicativos que nos advierten de esta carencia, como el nerviosismo, un estado de ánimo más decaído ( o depresión en algunos casos), insomnio, pérdida del pelo o disponer de un sistema inmunitario más débil; así como las caries o la gingivitis.
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