Y es que aunque se han mostrado terriblemente beneficiosas de cara a protegernos frente a enfermedades de origen infeccioso, las mascarillas también acarrean una serie de efectos secundarios.
El uso diario genera algunos problemas cutáneos o incluso afecciones cómo el ojo seco. En ocasiones, las personas pueden llegar a experimentar agobio o incluso ansiedad. También se han identificado algunas enfermedades respiratorias que pueden verse agravadas por el uso continuado de la mascarilla.
Tras meses de obligatoriedad, los especialistas han comenzado a recibir en sus consultas a pacientes que se quejan de dolores y molestias en los oídos, relacionadas principalmente con las gomas de sujeción.
Lo cierto es que estos problemas no son frecuentes y la mayoría de nosotros las soportamos con cierta normalidad. Pero algunas personas más sensibles han llegado a detallar rozaduras, dolores auriculares o incluso alguna dermatitis ocasionada por las gomitas de marras que se apoyan en nuestras orejas.
Para estos casos lo habitual es utilizar alguna crema o incluso un corticoides de uso tópico. Nada que no se cure en unos días dejando descansar a la piel.
Sin embargo, otras personas han llegado a presentar dolor continuado en el conducto auditivo. La solución es sencilla: recurrir a adaptadores u otros formatos de mascarillas que reduzcan la presión en los oídos.
Lo que parece claro es que el uso prolongado no afectará a nuestra orejas. No existe ninguna referencia documentada de un problema así, por lo que podemos estar tranquilos, no se deformarán ni se volverán de «soplillo».
Pero si debemos estar atentos a los más pequeños. Los niños no han completado aún su fase de desarrollo, y el cartílago de sus orejas aún está en formación.
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