En los últimos meses se ha estado hablando del término ‘renuncia silenciosa’ o quiet quitting, nacido en las redes sociales, especialmente, TikTok. Se trata, básicamente, cuando adoptas una actitud más holgada en tu trabajo, es decir, tu cuerpo está ahí, en la oficina o en el puesto que corresponde, pero tu mente está en cualquier otra parte; de manera que adquieres un comportamiento que también se podría encuadrar en la ‘ley del mínimo esfuerzo’: hacer lo justo y necesario.
Dicho de otra forma, las personas que están haciendo una renuncia silenciosa se limita a hacer únicamente aquello a lo que está obligado, pero nada de horas extra o esfuerzo de más. Vamos, lo que ha sido de toda la vida estudiar para aprobar y no para sacar buena nota. Pese a la simpleza de su significado, este término ha suscitado cierto debate entre los que consideran que este no es un comportamiento del todo correcto y los que consideran que el quiet quitting es lo más sano para nuestra mente.
Ahora bien, ¿qué pasaría si esta renuncia silenciosa también se aplicase a otros ámbitos de la vida? Nos referimos, en este caso, a la pareja. Después de una ruptura, muchas personas se han preguntado qué es lo que ha podido pasar, cómo esa persona a la que amábamos ha podido «dejar de querernos de la noche a la mañana». La posible respuesta a algunos de estos quebraderos emocionales está en la renuncia silenciosa. Aunque a veces no lo parezca, realmente sí ha habido una despedida anunciada (a su modo), solo que no todos los ojos lo ven.
Otras veces, sin embargo, la memoria nos devuelve determinados recuerdos de los últimos tiempos en la relación: no hacer planes, ya nada era lo mismo…era, en otras palabras, estar por estar. Esas separaciones, aunque parezcan más perceptibles, son largas, arduas incluso, y se adentran tan profundamente en la pareja que puede llegar a ser difícil de percibir. Para estos casos también hay un nombre.
Como siempre sucede, antes de buscar la solución a un problema hay que identificarlo. La renuncia silenciosa en pareja no difiera prácticamente en nada a la del trabajo, puesto que, en términos genéricos, es lo mismo: hacer lo justo para no romper o, lo que es lo mismo, estar sin estar. La psicóloga Theresa DiDonato lo definía así en la revista Psychology Today: «Abandonar discretamente una relación».
Es decir, que el quiet quitting se produce cuando uno de los dos no quiere seguir adelante con la relación pero no lo expresa, sino que, como señala la psicóloga, disminuye de forma suave su «participación» en la misma. Lo que significa que la persona en cuestión no quiere (o no sabe) cómo afrontar realmente una ruptura, por lo que decide dejarlo pasar y adquiere un rol pasivo para que así sea la otra persona quien tome la decisión de cortar.
Pero, ¿por qué recurrir a esta retorcida estrategia? ¿Por qué no romper directamente? Según la experta, puede haber muchas posibilidad. Una de ellas es simplemente que la persona no quiere abandonar a la otra, sino que simplemente su relación ha dejado de ser una prioridad en su vida. Otra de las opciones es el tradicional temor a lo que podría perder si finalmente dice adiós. Pero uno de los motivos es la ‘fantasía’; hacer como que, unilateralmente, has dejado esa relación pero sin llegar a dejarla, simplemente a modo de prueba.
No hace falta entrar en más detalles para saber que este es un comportamiento perjudicial para la relación sentimental. Por ello es importante poder identificar si nuestro compañero o compañera está en la misma sintonía o si, por el contrario, tiene pensado desertar. DiDonato, como otros expertos en materia emocional, han elaborado una serie de señales para saber si estás siendo, o puedes ser, víctima de una renuncia de forma silenciosa:
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