Y es que hay que tener en cuenta que los panes de ahora, no duran frescos como los de antes. Esto es por la fermentación acelerada, los tipos de harina y los hornos eléctricos, factores todos ellos que contribuyen a que duren menos.
A la hora de guardarlo es muy importante que mantenga la humedad adecuada, hay varias opciones, sobre la encimera, en una bolsa de plástico, en una de tela o en la panera. Las paneras y las bolsas de tela son las mejores opciones, seguidas de una bolsa de papel que podamos cerrar o enrollar en su extremo. El plástico es mejor descartarlo, hace que quede correoso, no es nada ecológico y además perderá el crujiente.
Aunque el frio puede alargar lavida del pan, meterlo en la nevera no es una buena opción ya que se resecará y cambiará mucho su textura. Sin embargo congelarlo es una buena opción, para ello córtalo en rebanadas o porciones para no tener que descongelar toda la barra cuando lo necesitemos.
Para descongelarlo la mejor manera es dejarlo en la nevera tres horar y luego a temperatura ambiente. Una buena opción es rociar el pan con un pulverizador o cubrirlo con un paño húmedo y meterlo en el horno precalentado.
Para darle una segunda oportunidad al pan que se ha endurecido bastará con tostarlo en una tostadora o plancha y eso si consumirlo recién tostado, sino volverá a coger humedad y a estropearse. Lo que si debemos evitar es calerntarlo en el microondas, ya que contribuye a secar la humedad de la miga.
También hay recetas que te servirán para aprovechar el pan duro, cómo por ejemplo las migas, aunque según la zona se hacen de manera diferente, las más típicas llevan chorizo, panceta y uvas.
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