Twitter es un bonito lugar para compartir experiencias, vivencias, reflexiones aunque en muchas ocasiones el paisaje quede enturbiado por haters y demás personajes que buscan la confrontación constante.
Y no es raro encontrar historias conmovedoras, relatos que emocionan y que nos invitan a parar, pensar y resetear nuestro disco duro.
Por eso, queremos compartir contigo el recuerdo de @Leito_82 que en su perfil se define con estas palabras: «Cordobesa. Mamá de Hugo y Valeria. Protagonista de una gran historia de amor. Amante de los animales»
@Leito_82 nos ha regalado un pasaje de su infancia, un recuerdo en sepia con el que muchos de nosotros viajaremos a nuestra infancia.
Disfruta de la historia tanto como nosotros
«No sé porqué me he acordado pero os lo cuento porque es bonito (al menos para mí):
Mi madre tenía un kiosco de prensa y chuches, el sueño de todo niño (no sé cómo me quedan dientes).
Prácticamente me crié allí, entraba al cole a las 9 pero a las 7 ya estaba allí para abrir….»
No sé porqué me he acordado pero os lo cuento porque es bonito (al menos para mí):
Mi madre tenía un kiosco de prensa y chuches, el sueño de todo niño (no sé cómo me quedan dientes).
Prácticamente me crié allí, entraba al cole a las 9 pero a las 7 ya estaba allí para abrir.— Leo (@Leito_82) January 24, 2022
Así continúa este bonito recuerdo compartido en Twitter
«….Mi madre me hacía una especie de saco de dormir con un toldo y me acurrucaba allí, hasta la hora de irme.
Igual hoy hubieran intervenido los servicios sociales (Cara con lágrimas de alegría) pero yo lo recuerdo con mucho cariño.
También recuerdo las taquicardias que me daban cuando……Mi madre iba a hacer algún recado y me dejaba a cargo.
Me ponía un papel y un lápiz al lado, para hacer las cuentas y me ponía súper nerviosa por si las hacía mal y cobraba de menos.
También vendía tabaco (otra vez los servicios sociales Cara con lágrimas de alegría) cuando se podían vender sueltos. Venían viejecitos a alquilar novelas del oeste (madre mía, ahora me siento como ellos contando esto) y traían la otra de vuelta.
También recuerdo a una abuelita, muy entrañable, que venía por una calle por la que, para acceder al kiosco, había que subir unas escaleras y me llamaba desde abajo para que le bajara el periódico y, con las monedas, me daba caramelos de toffe con piñones.
Luego estaban los que venían a comprar la Interviú y se daban la vuelta porque me veían y los que le daba exactamente igual y me la pedían con toda su cara y la mía me iba a explotar.
Todavía le quitan la custodia a mi madre con carácter retroactivo..
Ah, también había un muchacho, que tenía algún tipo de trastorno, que venía a decirles guapas las de la Interviú y tenía sus conversaciones con ellas.
Era inofensivo pero a mí me daba mucho miedo y mucha grima porque se chupaba la ropa.
Septiembre era mi mes preferido porque llegaban todas las colecciones y todo se llenaba de fascículos de minerales, coches, casas de muñecas, libros, bichos…y los quería todos.
Vamos, los que siguen sacando todavía, porque tienen stock hasta el 2100.
Me encantaba sacarlos de las cajas, comprobar los albaranes, colocarlos y elegir cuál me quedaba jajaja
Y estar tirando cartones un mes porque todo el mundo te pedía que se los quitaras.
Y bueno, no doy más chapa, que me he puesto nostálgica y ya está.
Que, en mi barrio, siempre he sido «la hija de la del kiosco» y a mucha honra»
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