La ketamina es un conocido anestésico que actúa sobre el sistema del glutamato, un neurotransmisor cerebral. En los años sesenta comenzó a usarse cómo anestésico y más adelante pasó usarse como droga recreativa.
Y es que tal y cómo recoge Ok Diario: «Las terapias con ketamina han revolucionado la psiquiatría durante el último lustro. Se han publicado ya más de 80 estudios, muchos de ellos en revistas de gran prestigio (el último en el British Medical Journal) que demuestran sus efectos positivos en casos de depresión severa. La cautela de algunos profesionales sanitarios respecto a este tratamiento se mezcla con cierta euforia por haber encontrado una nueva vía para tratar estos casos, en lo que supone la primera innovación médica relevante contra la depresión en prácticamente 50 años.»
El uso de la ketamina en el tratamiento de la depresión severa ha sido muy impactante ya que ha logrado curar a personas que llevaban muchos años mal tal y cómo explica al mismo diario el jefe de Psiquiatría del Hospital Clínic de Barcelona, Eduard Vieta, que además ha participado en varios estudios con la ketamina y uno de sus derivados.
El médico describe su uso cómo muy impactante ya que ha llegado a recuperar pacientes con sólo una o dos dosis en pocos días o incluso en horas. Esto la ha convertido en una opción muy valorada por los profesionales para prever el suicidio. Hemos de tener en cuenta que los antidepresivos tradicionales pueden tardar entre tres y cuatro semanas en hacer efecto.
Aunque Joan Obiols, fundador de la clínica Synaptica en Barcelona, dónde se llevan a cabo terapias con ketamina y que dirigió el Servicio de Salud Mental de Andorra durante 16 años explica que: “hay que ser prudentes, no se puede vender esto como la cura definitiva para la depresión porque a algunos les irá bien y a otros no”.
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