En el texto se enfrenta a uno de los sucesos más traumáticos de su vida, el asesinato de su padre cuando ella sólo tenía dieciséis años en una de las épocas más difíciles y confusas de Colombia y por unas razones que nunca supieron con claridad.
La actriz recordó a su padre cómo un hombre extraordinario y guapísimo, «Mi padre era un ser extraordinario, un tipazo, un seductor«. Y contó una anécdota sobre él, «El día del entierro de mi papá estaban sus cuatro exmujeres muy tristes y otras tres o cuatro que lloraban como una magdalena que nadie sabía quién eran».
Acosta contaba el terrible momento en el que se enteró del asesinato de su progenitor, «saliendo a mis clases de baile sonó el teléfono y cuando lo contesté tenía la terrible noticia de que mi padre había sido asesinado. De alguna manera el trauma se incrustó en la danza, es como si la violencia me hubiera castrado la danza».
Ahora treinta años después se vuelve a poner las mallas para levantar el montaje, algo que no ha sido nada fácil para ella, tal y cómo explicaba en La Roca, “sobre cómo pude sobrepasar todo lo que me pasó y realizarme como mujer, como actriz, como madre. Y, aunque Acosta reconocía que está siendo “duro”, a la vez es “catártico, hermoso y liberador”.
A la pregunta de Nuria Roca sobre si se puede perdonar algo así respondía: “Uno puede llegar a perdonar, lo primero en perdonarse a sí mismo. No es olvidar, ni minimizar, ni justificar, es abrir una puerta al resto de tu vida. Uno tiene dos caminos: aceptar, asumir y seguir adelante o quedarse anclado en la rabia, en la furia y en la ira”.
Y es que además este tremendo episodio no ha sido el único terrible en su vida, ya que quince años después uno de sus hermanos se suicidaba al no poder superar el fallecimiento de su padre, “Uno de mis hermanos no consiguió perdonar, no pudo hacer ese camino, y se terminó suicidando 15 años después”, explicaba.
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