Dolor de cabeza, confusión y aturdimiento son las señales de alerta de que ha empezado el golpe de calor, que puede acabar incluso con la pérdida de conciencia.
Tal y como explica el diario El País, «La piel es el campo de batalla donde el organismo se defiende frente al calor. Es aquí donde unas 600 glándulas por centímetro cuadrado bombean sudor fuera del cuerpo para compensar la subida de la temperatura. También es hacia la piel, con el objetivo de enfriarse, adonde se dirige el mayor flujo de sangre resultado de la dilatación de las arterias ordenada por el hipotálamo».
En declaraciones a este mismo medio, El Doctor Juan Torres Macho, jefe de servicio de medicina interna en el Hospital Infanta Leonor de Madrid, explica que “estos son los dos principales mecanismos compensadores que se activan cuando tenemos calor, al igual que ocurre cuando hacemos una actividad física intensa”.
Aún así, debemos intentar hacerlo tumbando al afectado en posición lateral en un lugar fresco, remojar la piel con paños húmedos para bajar la temperatura y llamar a los servicios de emergencia.
Los síntomas más comunes del golpe de calor son confusión general y en el habla, vómitos, pulso acelerado, piel enrojecida, seca y caliente. Hemos de diferenciarlos del agotamiento por calor, cuyos síntomas son dolor de cabeza, mareo, desmayos, naúseas, pulso rápido y débil, piel pálida, fría y húmeda y calambres musculares.
No obstante, en ambos casos la manera de prevenirlos es la misma. Beber agua, resguardarse del sol y de las temperaturas elevadas, usar ropa fresca y ligera y no hacer actividad física en los peores momentos del día.
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