Se ha confirmado gracias al estudio realizado en la sala de urgencias del Royal University Hospital, en Saskatoon, Canadá. Estaban presentes más de 200 pacientes, a los que se les pidió que puntuasen del 1 al 10 el dolor que sentían.
Estos se encontraban esperando a ser atendidos, algunos estaban ingresados y otros tenían un tratamiento en curso. Se eligió a aquellos que seguían los criterios de selección de los participantes y a los que se podía abordar sin interferir en su atención.
Después, se hicieron dos grupos: uno de ellos que estuviera con un perro durante la terapia y otro que no.
Se les pidió que volvieran a medir su dolor, y sorprendentemente, los que recibieron la visita del animal dijeron que sentían menos dolor, mientras que los otros no.
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«Hubo un efecto principal estadísticamente significativo (aunque pequeño) de la intervención con perros de terapia sobre las calificaciones de dolor de los participantes. Los participantes del grupo del equipo de perros de terapia calificaron el dolor significativamente más bajo que los del grupo de control en la medición posterior a la intervención», sostenían los investigadores.
Además, los resultados inspiraban que «la intervención con perros de terapia tuvo un efecto positivo en la reducción del dolor de los participantes, y que este efecto es similar para personas de ambos sexos», afirmaron los expertos.