Pues bien, debes saber que la botella puede darte mucha información y muy buena. Aspectos como su forma, su etiqueta e incluso la letra pequeña de la etiqueta de detrás pueden orientarnos.
Y es que una botella pesada hecha con vidrio grueso suele indicar casi siempre que se trata de un producto de calidad. Ten en cuenta que lo normal es que una botella contenga 75 cl y que a los productores les preocupa que haya demasiado oxígeno dentro de una botella de cara a un envejecimiento prolongado.
Por eso los expertos recomiendan el tamaño magnum (150cl) para una crianza prolongada ya que tal y cómo recoge El Español «la relación entre volumen de vino y oxígeno en estas dimensiones es excelente…..Los magnum te asegurarán el mejor estado del vino, a no ser que tenga corcho, pues en ese caso el desastre será proporcional al tamaño de la botella. «
La etiqueta es el verdadero DNI del vino, en ella podemos ver el nombre de la bodega, la Denominación de Origen, el volumen de líquido, el grado alcohólico, el número de registro sanitario e identidad del embotellador y el año de la cosecha. Hay vinos catalogados como Vinos de Mesa o Vinos de la Tierra con una reputación incluso mayor que la de algunos con Denominación de Origen Calificada.
A veces también la variedad de uva principal de elaboración, el color del vino (blanco, rosado,…), el tipo de vino (brut, brut nature…), además del nombre del viñedo.
Y no te dejes engañar por el nombre, un nombre elegante o aristocrático no siempre es sinónimo de calidad.
La graduación también puede ayudarnos, las etiquetas deben especificar el porcentaje de alcohol por volumen. Así, un vino con el 15% de alcohol será más potente que uno de 13%. La añada es otra cosa importante a tener en cuenta, indica que procede íntegramente de la cosecha de ese año y buscando en internet podemos ver si es buena o mala cosecha.