Y es que tal y cómo explican desde eldiario.es, «La conexión entre los niveles de azúcar en sangre y el estado de ánimo se conoce desde hace tiempo, aunque se está viendo que los niveles en sí importan menos que las fluctuaciones. Tener mal carácter e, incluso, padecer ansiedad y depresión puede estar relacionado, al menos en parte, con estos altibajos. A su vez, estos picos y caídas de azúcar en sangre dependen de lo que comemos, y de cómo de bien se le da nuestro organismo equilibrar los niveles.»
Cuando tomamos un alimento con azúcar, nuestro intestino lo digiere muy rápidamente y este pasa a la sangre en forma de glucosa, lo mismo pasa con el almidón. La glucosa es un combustible que cualquier célula de nuestro cuerpo puede utilizar. Pero debemos tener los niveles de glucosa correctos en nuestro organismo ya que tener mucha es peligroso. La encargada de retirar la glucosa de la sangre y almacenarla en las células sobre todo en los músculos y en el hígado es una hormona llamada insulina.
Entonces, «El cerebro no recibe suficiente alimento y el resultado es confusión, mareo, irritación, dolor de cabeza, antojos de dulces y gritos al teléfono.» o lo que es igual la hipoglucemia reactiva.
Y es que los niveles de glucosa, sobre todo si son bajos, afectan a la capacidad de nuestro cerebro de controlar sus impulsos y emociones, algo que se conoce como autorregulación emocional. Por eso sufrir un bajón de azúcar puede explicar algunos comportamientos agresivos o impulsivos.
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