El ronroneo de un gato: el mejor aliado para nuestra salud

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Hay creencia de que los gatos son animales ariscos. Sin embargo, la conexión entre un gato y su dueño puede llegar a ser más intensa que la de un perro. Su manera de demostrar su afecto es a través del ronroneo.

Esta vibración característica es la manera que tienen para exteriorizar felicidad y tranquilidad. Sin embargo, también incluye muchos beneficios para el ser humano. El felino lo produce cuando se siente a gusto y cómodo.

Pero, hay mucho más detrás del ronroneo de un gato. Su ronquido característico puede servir al ser humano como algo terapéutico.

Te contamos los beneficios que supone este hábito tanto a nivel físico, emocional y afectivo.

Los efectos de que tu gato ronronee

Este sonido, que puede resultar casi hipnótico, suele estar entre los 20 y 40 Hz. Por medio de ronronear los felinos llegan a tranquilizarse ellos mismos. Pero, esta serenidad son capaces de transmitirla a los humanos.

Reduce la tensión muscular. El sentir ansiedad o estrés durante un periodo de tiempo considerable puede llegar a provocar dolores físicos. El ronroneo de tu gato es un gran aliado para reducir o incluso eliminar ese estrés. Por lo tanto, no solo nos ayuda a relajarnos mentalmente, sino también en el plan físico al calmar nuestras articulaciones.

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Esta demostrado que tener un gato puede ayudarte a superar una depresión. Esto mantiene relación con que el ronroneo es beneficioso para reducir la ansiedad, un aliciente de la propia enfermedad. Ese sonido vibrante produce un aumento de serotonina en el ser humano, por lo que favorece el sentimiento de la felicidad.

Además, favorece la salud de nuestros huesos. Los expertos aseguran que la frecuencia sonora del ronroneo (20-40 Hz) es la misma onda que la empleada para la rehabilitación de fracturas óseas.

El hecho de ronronear puede ayudar a relajarnos igual que el sonido de las olas o de la lluvia. Es un estímulo muy relajante capaz de contribuir a la presión arterial. Esto se debe a dejar a un lado la ansiedad y el estrés, que termina por disminuir esta presión.