Muchas voces icónicas poseen esta cualidad tan poco frecuente. No tener el oído absoluto supone que no identifiques en qué notas cantan los pájaros cada mañana, ni cuál es la tonalidad de la canción Hora y cuarto. Tampoco serías capaz de reconocer al momento la nota musical en la que suena un silbido.
Pero, por fortuna, esta educación musical está orientada a desarrollarla.
Se ha tratado de estudiar si esta cualidad puede aprenderse, y la clave no está en el propio sistema auditivo, pues los órganos y los nervios que nos permiten oír son iguales para todas las personas. Sin embargo, se ha estimado que este oído absoluto puede deberse a variaciones genéticas, más frecuente entre personas de ascendencia asiática oriental que americanas. Es decir, es más común que las personas que han crecido en el Asia más oriental desarrollen esta tendencia que una que ha crecido en Estados Unidos.
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Esto podría indicar que la adquisición de este fenómeno en la infancia es determinante. Una explicación encontrada es que las lenguas en el este de Asia se basan mucho en el tono, pues la altura del sonido puede determinar el significado de las palabras. Por ello, crecen desarrollando una mayor sensibilidad a las notas.
El oído absoluto es mucho más común entre personas con formación musical que sin ella, sobre todo antes de los cinco o seis años. Sin embargo, existe una habilidad relacionada con esta cualidad que se da sin una formación previa.
No sería extraño que no sepas nombrar las notas de tu canción favorita de Ana Torroja. Seguramente sepas cantar las mismas notas que ella, y te sorprenderá si escuchas una versión más grave o más aguda.
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