La compra de un vehículo es una de las inversiones más importantes que suele hacer una persona a lo largo de su vida. Después de la vivienda, la adquisición de un coche nuevo suele situarse como el segundo gasto, por volumen de coste, más relevante. Sin embargo, tener un coche no solo implica costes relacionados con su compra. También implica una serie de gastos recurrentes a lo largo del año que hay que tener en cuenta para llevar una buena gestión de la economía doméstica.
Por ello, vamos a ver algunos de los gastos fijos que implica todo coche a lo largo del año. Algunos son obligatorios, como puede ser la contratación de un seguro a terceros, mientras que otros pueden ser opcionales como son los relacionados con el aparcamiento. De un modo u otro, todos hay que tenerlos en cuenta. Vamos a ver cuáles son los más importantes.
El seguro del coche es obligatorio, ya que sirve para cubrir la responsabilidad civil obligatoria para circular. Existen tres tipos de seguros que, en función de la cobertura, son más o menos económicos. El más popular, y el más común entre los vehículos con cinco años o más, es el seguro a terceros básico. En otro nivel encontramos el seguro a terceros ampliado y el seguro a terceros completo.
El primero de los citados, el de terceros básico, es el más sencillo y cubre coberturas básicas como son la asistencia en carretera o asistencia jurídica. Por su parte, el seguro a terceros ampliado suele incluir, además de las básicas, otras coberturas como son las de robo, incendio y rotura de lunas. Por último, la completa, menos frecuente y normalmente contratada para vehículos nuevos, incluye también la defensa de multas de tráfico o la asistencia al automovilista. Para ver diferentes opciones y comparar es posible acudir a portales especializados como el de la compañía Verti.
El gasto en este capítulo dependerá de los años que tenga el vehículo y del tipo de condiciones de compra que haya tenido el mismo. En el caso de utilizar un vehículo nuevo, es habitual en la actualidad contar con marcas que ya ofrecen una garantía de ocho o más años, a lo que se suma la revisión gratuita del mismo durante los primeros años, exceptuando el coste de la mano de obra (solo pagando las piezas en caso de ser necesario). En este tipo de vehículos, el coste de mantenimiento será mínimo.
Según pasan los años, estos gastos aumentarán debido al mayor número de kilómetros acumulados y uso del coche. Cambio de ruedas y amortiguadores, sustitución de batería y restitución de luces o parabrisas, fallos eléctricos, pasar la ITV… Cada visita al mecánico tendrá un coste y hay que contemplarlo en nuestros gastos relacionados con el vehículo. Aquí, el consejo es ser prevenidos y cuidar la forma de conducir y tratar el vehículo.
Sin ninguna duda, es el gasto más recurrente al que todo conductor tiene que hacer frente. No en vano, es la energía que lo impulsa y, tal y como están los precios en la actualidad rondando los 2 euros el litro, es un coste muy importante. Dependiendo del uso que se dé al vehículo y de los kilómetros recorridos a lo largo del mes, la factura en este capítulo puede ser de poco más de 70 euros a más de 500. En el caso de ser un conductor profesional, incluso es posible superar esta última cifra.
Otro gasto recurrente relacionado con el coche es el del aparcamiento y el garaje. En este capítulo debemos tener en cuenta el gasto que implica el alquiler de una plaza de garaje en nuestro barrio para “guardarlo” todas las noches y el coste que dedicamos cuando queremos aparcar, por ejemplo, en parkings privados en el centro de las ciudades, entornos caracterizados por tener pocas plazas gratuitas de aparcamiento disponibles. El alquiler mensual de una plaza de garaje en un barrio, no céntrico, de una ciudad de tamaño medio (300.000 habitantes) oscila entre los 60 y los 100 euros mensuales.
Para finalizar, conducir un coche también implica una serie de costes en concepto de impuestos. Aquí tenemos el impuesto de matriculación y el impuesto de circulación. Este último es un tributo municipal que hay que pagar anualmente en función de la potencia fiscal del vehículo. Los automóviles con etiqueta eco y 0 de la DGT cuentan con bonificaciones.
El impuesto de matriculación se hace cuando se compra el vehículo por primera vez. En este caso, el coste depende de las emisiones contaminantes de dióxido de carbono (CO2) y va por tramos. En la actualidad, los coches que emiten hasta 114 g/km de CO2 quedan exentos del impuesto; entre 145 y 191 g/km están gravados al 4,75%; aquellos con cifras comprendidas entre 192 y 239 g/km pagan 9,75%; y a partir de 240 g/km deben abonar un impuesto del 14,75%.
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