Es vitalmente importante que el hogar en el que crecemos, nos desarrollamos y vivimos una larga etapa de nuestra vida sea un ambiente sano. Las experiencias que vivimos desde la infancia marcan nuestra forma de relacionarlos y desarrollarnos en una época posterior. Y es que las dinámicas familiares que aprendamos tienen que ser los más equilibradas y saludables posibles, ya que esto ayudará a consolidar la fortaleza interna. Sin embargo, esto a veces resulta complicado. Y precisamente por eso, queremos mostrarte cómo salir de entornos familiares poco equilibrados para ti y los pequeños.
Para empezar, es fundamental que prestes atención a las necesidades que tienen los niños desde bien temprano, ya que de lo contrario esto puede generar un malestar continuo, además de traumas y heridas de por vida. Aquí juegan un papel importante los valores sociales que se han ido transmitiendo de generación en generación y los roles que han marcado a toda una jerarquía familiar, la cual ha estado sostenida en el miedo, en el control y en la falta de libertad. Con este contexto es bastante improbable que se establezcan vínculos afectivos sanos. Más bien, grandes desequilibrios internos.
Con este escenario es muy probable que todos los miembros de la familia acaben desvinculándose de sus objetivos y que sus relaciones interpersonales se basen en el sufrimiento. Pueden aparecer sentimientos como la ira, la tristeza, los celos, la envidia… Lo que forma un cóctel mólotov para los pequeños, que se sienten indefensos y con una autoestima muy baja.
1.Todos son escuchados y respetados
Es importante tener en cuenta que todos los miembros de la familia tengan el mismo nivel de importancia. Todos pueden expresar lo que sienten y su valoración es tan válida como la de cualquiera. En este caso, el diálogo, la escucha activa e incluso, la negociación son recursos inagotables que siempre funcionan.
2.El nivel de exigencia: ¿gran precursor de la toxicidad familiar?
No se debe exigir a uno más de lo que este puede dar. Todos tienen sus propios límites y no hay que sobrepasarlos, ya que sino esto generará tensiones innecesarias, además de un agotamiento continúo. Sobrepasar este límite sería alimentar un monstruo incansable, al que nunca ningún logro obtenido le parecerá suficiente.
3.Dar espacio
Es necesario también que cada uno tenga su propia parcela de intimidad, ya que no hay que olvidar que cada miembro puede tener sus propios gustos y preferencias sobre una determinada cosa. Por lo que respetar la individualidad es algo indispensable. Eso sí, también es importante aprovechar para hacer planes en familia y disfrutar de experiencias conjuntas.
4.Mostrar interés y cooperar juntos
Interesarte por la vida de tu hijo o de tu pareja fomenta que el vínculo siga consolidándose. Compartir vivencias o anécdotas pasadas, hacerles partícipes de las conversaciones del día a día e incluso, aplicar el refuerzo positivo ayuda a que los vínculos sigan fortaleciéndose.
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