Y es que deberíamos tomarnos en serio reducir o eliminar su consumo, sobre todo al hilo de las declaraciones en niusdiario.es del Doctor Francisco Botella Romero, coordinador del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), que afirma que , «…las muertes atribuibles a un exceso de sal en nuestra dieta superan a las provocadas por el tabaco o el alcohol en muchos países», y añade «Pero a la vez la sal es imprescindible para nuestro organismo», añade. El problema está, como casi siempre, en los excesos».
Y es que muchas veces no sabemos ni siquiera mirando la información nutricional si la cantidad de sal que llevan algunos alimentos es mucha o poca.
Es decir no debemos eliminarla del todo de nuestra dieta pero si controlarla. La recomendación que hace al mismo diario el nutricionista y endocrinólogo Antonio Escribano es tomar entre cinco y seis gramos de sal al día, lo que equivale a una cucharadita de café pequeña.
Según Botella Romero el exceso de sal «aumenta el volumen plasmático, eleva la tensión arterial y acelera los procesos de arterioesclerosis que dañan nuestro corazón.» y Escribano añade que «También afecta al riñón. A este órgano se le complica mucho la vida cuando tiene que estar gestionando una cantidad de sal alta y en realidad, todo lo que es la estructura del metabolismo, cuando hay un exceso de sal, al organismo le supone un auténtico problema tener que eliminarla. Quiere la cantidad necesaria pero no más».
Tomar demasiado poca sal tampoco es aconsejable ya que según explica el especialista, «La sal es cloruro sódico, y el sodio es imprescindible para que la sangre mantenga el agua dentro de la sangre. Es decir, si no tenemos sodio, el cuerpo no retiene agua y el 66% de nuestro cuerpo es agua. Quiero decir que necesitamos el sodio para mantener el volumen plasmático en nuestras células».
Y desde luego algo en lo que coinciden los expertos es en que tomemos sal yodada y explican que «El yodo es muy importante en la nutrición humana y es muy escaso en los alimentos» y por eso para garantizar su consumo «la Organización Mundial de la Salud pensó ¿dónde podemos poner yodo para que la población general lo ingiera de forma fácil y barata? Y optó por añadirlo a la sal. «.
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