Cinco cosas que no son tan ecológicas como parecen

Usar bolsas de tela o ropa orgánica, entre ellas

Ana Más

Afortunadamente cada vez estamos más concienciados sobre el medio ambiente y ya somos muchos los que intentamos reciclar, no usar bolsas de plástico o ir en transporte público. Incluso hay quién va mucho más allá intentando llevar lo ecológico a la alimentación, la ropa, los juguetes e incluso a la vivienda. Sin embargo a veces hacemos cosas que  no son tan ecológicas como parecen

Y es que tal y como explican desde el blog slowhaus.es, «compramos todo lo que lleve etiqueta ecológica, o lo que sea eléctrico, o híbrido, sin tener en cuenta factores como la huella ecológica o las emisiones de CO2 asociadas a ese producto nuevo que adquirimos, verde y sostenible» 

Es decir muchas veces creemos que estamos muy concienciados con el medio ambiente y lo demostramos haciendo cosas que creemos que nos parecen de lo más ecológico. Y es que aunque creamos que nos preocupamos por el cambio climático y la destrucción del medio ambiente, a veces con la mejor intención, hacemos cosas que aunque nos parezcan ecológicas no lo son.  

Acciones que no son tan ecológicas

Medio ambiente
Getty Images

 

Empezamos por unos dato que recoge eldiario.es en los que explica que según un informe de la Fundación Cotec para la Innovación, «en España más de 37 millones de personas dicen separar sus residuos para reciclar, pero a pesar de esta colaboración ciudadana y del sistema de contenedores, en el país solo se recicla un 37% de los residuos, (la media europea es del 28% y el objetivo para 2025 es del 55%), mientras que casi la mitad de todos los reciclables acaba en el vertedero». 

Algo que se debe en muchos casos tal y como apuntan desde el mismo medio a que «la información que se proporciona a los ciudadanos proviene de en muchos casos de empresas que desean hacer un “lavado verde” de sus productos y no siempre apuntan a las conductas más efectivas.» 

Y es que tal y cómo apuntábamos antes, hay algunas acciones que aunque las hagamos con nuestra mejor voluntad no tienen apenas efecto en el medio ambiente o incluso lo tienen negativo. Te contamos algunas de ellas: 

  • Usar bolsas de tela para la compra, aunque parece un gesto muy ecológico, no nos detenemos a pensar en el coste de fabricarlas. Y es que tal y como explican desde slowhaus.es «hay que considerar el CO2 emitido en la fabricación de cada bolsa. Según el estudio, la producción de una bolsa de algodón emite 272 kg de dióxido de carbono, mientras que la de una de plástico (polietileno de alta densidad HDPE), tan solo 2. Además, la fabricación de las bolsas de tela implica el uso de grandes cantidades de agua y la contaminación de los suelos donde se cultiva el algodón, por el uso de fertilizantes y pesticidas. Para rematar, la producción de bolsas de tela consume el doble de electricidad que la de las de plástico, y genera más residuos.»  
  • Algo parecido pasa con la ropa de algodón orgánico, «Si una bolsa de lona de algodón orgánico consume 20.000 veces más recursos que una bolsa de plástico y tres veces más que una bolsa de algodón convencional, está claro que una camiseta tampoco puede ser una opción sostenible.», a lo que hay que sumar que el algodón, «consume una gran cantidad de agua y pesticidas a lo que hay que sumar la contaminación del teñido de la ropa durante su fabricación».  
  •   Cambiar de coche para consumir menos, «el ahorro en combustible jamás compensará la inversión en el vehículo, y hay que sumar las toneladas de materiales (en su mayoría no reciclados y muchos no reciclables) y energía necesaria para fabricar un automóvil nuevo.»  
  •   Y en la misma linea de la movilidad hablamos del uso de Uber, Cabify y servicios similares para movernos por la ciudad, algo que, tal y como apuntan desde eldiario.es no es un gesto tan sostenible ya que «a medida que estas empresas se extienden por las ciudades, también aumenta el número de vehículos en la carretera. Además, en este caso, se trata de vehículos que están en movimiento durante la mayor parte del día (o las 24 horas el día si los explotan empresas con conductores por turnos) y recorren muchos más kilómetros que los vehículos privados.»  
  •   Por último nos referimos a la alimentación, concretamente a la compra de productos ecológicos, que aunque en Europa requieren un certificado ofical y una etiqueta que los identifica, » este sello no implica que tengan menor impacto ambiental, huella hídrica o de carbono. Solo quiere decir que se han producido con insumos (fertilizantes, piensos, pesticidas) de origen natural. « Con lo cual » esas manzanas orgánicas de Chile, aguacates de Perú o kiwis de Nueva Zelanda tienen un impacto real sobre el planeta mucho mayor por el trasporte.» 

 

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