Está claro que cepillarnos los dientes es esencial para mantener una buena higiene bucodental. Además es importante inculcarles el hábito a los más pequeños para que aprendan a hacerlo desde el principio, de ahí la importancia de incluirlo entre las tareas importantes que deben hacer antes de irse a la cama y al levantarse.
Pero hoy nos detenemos en el cepillo de dientes y más concretamente en el capuchón que llevan la mayoría de ellos para protegerlos. ¿Es aconsejable su uso?, te lo contamos. La asociación dental americana aconseja cambiar el cepillo cada tres o cuatro meses, pero respecto al capuchón la opinión de la mayor parte de los profesionales es evitar su uso.
Boticaria García, la farmacéutica que además colabora en Zapeando (La Sexta), con consejos de salud, afirma que nunca debemos tapar el cepillo ya que estaremos evitando que los filamentos se sequen bien y por lo tanto propiciando un ambiente húmedo ideal para la proliferación de bacterias. La boticaria explica que lo ideal es cuando terminemos de utilizarlo, sacudir bien el agua y guardarlo en un lugar abierto, lejos de las fuentes de calor como los radiadores y del inodoro.
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Algo que suscribe la odontóloga argentina Sol Lois, a través de su Instagram, dónde explica además que el baño no es el mejor lugar para guardar nuestros cepillos. Que debemos tener un recipiente por cepillo y evitar guardarlos todos juntos.
Y añade que debemos colocarlos con las cerdas hacia arriba para que escurran y se sequen bien y eso si, nunca tapados y vuelve a hacer alusión como Boticaria García, al tema de la proliferación de microorganismos.
Respecto a colocarlos lejos del inodoro, la doctora nos remite a otra especialista, María Geisinger, profesora de periodoncia de la Escuela de Odontología de la Universidad de Alabama, que explica que «el 60% de los cepillos de dientes que se dejan en el baño contienen restos fecales y bacterias peligrosas a la salud humana, que son esparcidas en el ambiente por las descargas del inodoro y son causantes de distintas enfermedades gastrointestinales.»
Y es que al fin y al cabo es un elemento que nos llevamos a la boca y por eso debemos tratarlo con la mayor higiene posible, manipularlo con las manos limpias, lavarlo tras cada uso y desinfectarlo una vez por semana.
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