En el último programa el tema que abordaban era el del culto al cuerpo y la presión de la sociedad y las redes sociales para amoldarnos a los cánones de belleza establecidos. Boris Izaguirre no tuvo problema en confirmar que durante toda su vida ha tenido complejos e inseguridades relacionadas con su cuerpo.
«De pequeño mi hermano me llamaba Barrigas Bill«, recordaba este, que durante una etapa de su vida sufrió sobrepeso, motivo por el que tuvo que hacer frente a numerosas burlas hasta de su propio hermano.
Es probable que este hecho desencadenara más inseguridades, pero con el paso del tiempo el escritor encontró una manera de hacerles frente: someterse a intervenciones de estética para verse mejor y, como consecuencia, estar más cómodo con su físico.
Siempre con su naturalidad y franqueza, Boris no dudaba en hablar abiertamente sobre los retoques estéticos a los que se ha sometido, asegurando que muchos de ellos «han sido colaboraciones« mediante las cuales este recibía un descuento o la intervención le salía gratuita a cambio de promocionar la clínica en sus redes sociales.
Tampoco tenía problema a la hora de revelar cuánto dinero se ha dejado en retoques estéticos, dando una cifra aproximada: «Puedo decir que el número está entre 15.000 y 25.000 euros«.
Entre las intervenciones a las que se ha sometido se encuentra una lipoescultura que duró nueve horas y con la que logró quitarse hasta cuatro kilos y medio de grasa. Ya en 2003 se sometió a una lipo y se quitó las bolas de Bichat, las cuales están situadas en las mejillas y dotan al rostro de una forma redondeada.
Sobre el fin de estas intervenciones, el venezolano no tenía reparo en reconocer que lo hacía más para que los demás lo vieran bien que para sí mismo. «Es más interesante proyectarse para otros que para uno mismo, lo segundo es muy aburrido«, expresaba.
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