Esta norma es el resultado de una estrategia que se probó en el verano de 2021, cuando se prohibió fumar en cuatro de sus playas: Sant Miquel, Somorrostro, Nova Icària y Nova Marbella. La experiencia resultó favorable, pues tan solo fumó un 3% de los bañistas comparado con el 10% de los fumadores que se localizaron en el resto de playas donde no existía prohibición.
El concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica del Ayuntamiento de Barcelona, Eloi Badía, asegura que «todo el mundo lo entendió y solo hubo que advertir a algún fumador despistado«.
No es la primera ciudad española que prohibe fumar en alguna de sus playas, pero sí la que lo hace de forma general en todo su litoral. El objetivo principal es el de acabar con los residuos en estos lugares. Las colillas tardan alrededor de 10 años en descomponerse y, según Badía, cada año unas cinco millones acaban en los mares de España.
Aunque se ha iniciado desde hace meses una campaña de sensibilización e información a la población sobre esta medida, los más despistados que fumen en estos espacios serán sancionados con una multa de 30 euros. Para ello habrá responsables en cada playa respaldados por la Guàrdia Urbana.
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