A entregarse completamente por amor y renunciar a ser uno mismo solo les separa una fina línea que podemos sobrepasar sin darnos cuenta.
Puede ocurrir cuando te adaptas sin ningún reparo hacia tu pareja y la vida que quieres compartir junto a ella, lo cual no significa que este hecho sea algo malo o incomprensible. ¿Quién no quiere que todo fluya con la persona a la que quiere?
Sin embargo, cuando esto es llevado al extremo pueden surgir una serie de problemas. Sobre todo, el más importante es que se desarrolla el miedo a ser dejado en algún momento por la otra persona.
El amor es una de las sensaciones más bonitas que existen. Si no te amas a ti primero, es imposible que puedas darlo todo en una relación.
Hay personas que son catalogadas como aquellas que no saben estar solas y que no saben vivir sin una pareja. No saber disfrutar de la vida sin tener con quien compartirla no es nada beneficioso.
Ser adicto al amor puede derivar muchas consecuencias negativas, como por ejemplo, falta de autoestima y dependencia emocional.
Según Silvia Congost, psicóloga experta en dependencia emocional, autoestima y relaciones tóxicas, este problema se desarrolla sobre todo en mujeres. «El motivo por el que nos desdibujamos o acabamos olvidándonos de nosotras en la relación suele ser porque pretendemos complacer y agradar a la otra persona para asegurarnos así que nos siga eligiendo, no nos deje, y no tengamos que enfrentarnos a una ruptura. Tratamos de convertirnos en lo que la otra persona quiere o espera de nosotras», explica.
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El problema sin duda tiene nombre: no saber estar sola. Este hecho puede deberse a traumas en la infancia donde se haya vivido esa sensación de abandono. También puede tener que ver con que se hayan tenido unos padres muy ausentes a la hora de atender a sus hijos. No es tan importante el motivo de ello sino la sensación de falta de protección que llegó a sentir esa pequeña persona.
Esa sensación se reactiva en una relación cuando imagina que la otra persona puede abandonarla. Esto es conocido como la herida de abandono. Para no sufrirla, hay que aprender a estar contigo, tenerte y disfrutar de los momentos que haces a solas. Estar bien con uno mismo es la clave para luego no tener pánico a que se nos rompa una relación o a ‘quedarnos sin ese alguien’ al que amamos.
Otro de los consejos para forjar esa querencia propia es cuidando las relaciones con las personas de nuestro alrededor. Si le temes al abandono, es posible que te hayas centrado demasiado en tu pareja. Para ponerle remedio, llama cada cierto tiempo a tus amistades y propón alguna actividad junto a ellos.
Sin duda, pedir ayuda profesional siempre es importante, pues sentirte molesto ante la idea de ser abandonado es algo muy normal. Lo patológico será la ansiedad que te generan los comportamientos del otro o las propias interpretaciones que sacamos de los mismos. Además, otro hecho que puede hacerte sentir incómoda es imaginarse como eras antes de empezar esa relación y sentirse afligido porque ‘te echas de menos’, justo a como eras antes de estar con tu pareja.
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