Se trata de una recomendación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que recoge la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) y no es nueva ya que en el año 2005 ya lo advertían.
Y es que factores cómo el tiempo que esté el agua en las tuberías de distribución o el tiempo de estancamiento afectan a que el agua contenga ciertos metales cómo el níquel, que además en determinadas dosis es tóxico.
No debemos alarmarnos ya que en la mayoría de los casos, el agua del grifo en tiene unos niveles tolerables de níquel para la mayoría de las personas. Sólo en el caso de personas especialmente sensibles al níquel y la ingesta de concentraciones elevadas podría dar lugar a cuadros alérgicos.
Aún así tal y cómo recoge 20Minutos: » el riesgo de la migración de níquel al agua y a los alimentos desde los materiales que están en contacto con ellos (como el grifo o las tuberías) es mucho menor que el aporte que de manera habitual encontramos en la dieta, y que proviene principalmente del entorno natural en el que el níquel está presente.»
A pesar de esto todavía hay regiones de España en las que se hace necesario fitrar el agua. Y es que tal y cómo recoge el diario El Mundo: «España entró en el siglo XXI con un consumo de 1.453 millones de litros de agua envasada al año. Según los datos de Statista, dos décadas después se ha doblado, hasta convertirse en el tercer país de la Unión Europea, tras Italia y Alemania, que más agua envasada consume, según datos de la patronal europea del sector.»
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