El primero de estos cambios tiene su base en reducir el espacio entre la horas de la cena y la del desayuno. Bastará con cenar pronto y desayunar un poco más tarde. Si consigues que pasen doce horas entre una y otra comida lo notarás en el peso.
Todos cometemos algunos excesos en nuestra alimentación. Llevar un control de ellos te ayudará a controlar tu peso, ya que al ser conscientes trataremos de evitarlos. Por eso, procura anotar en una libreta en qué te has pasado y cómo te sentías dos horas antes de hacerlo. Si has comido más pan, bollos o galletas y si estabas triste, estresada o cansada.
El tercer cambio tiene que ver con incorporar más vegetales en tu dieta diaria. Hay investigaciones que demuestran que quienes consumen más verduras tienen más probabilidades de reducir su peso.
Procura añadir algo crudo en cada comida, ya que cuando cocinamos los alimentos el organismo no necesita esforzarse para digerirlo. Sin embargo, al comer alimentos crudos (vegetales sobre todo) aportan menos calorías a nuestro cuerpo porque el cuerpo gasta más energía para metabolizarlas. Y por supuesto combinar dieta y ejercicio es esencial, además de no ponernos objetivos demasiado elevados, solo conseguiremos aburrirnos y dejar de comer sano.
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