La asertividad es una destreza social muy importante a trabajar y que tenemos que mostrar y enseñar a los más pequeños de la casa desde una edad bien temprana.
Por increíble que te parezca la asertividad es sinónimo de tener una buena autoestima y ayuda a establecer vínculos interpersonales saludables, además de que propicia una comunicación positiva y reforzada con los demás, donde todas las partes se sienten escuchadas y en paz.
La realidad es que la asertividad es una habilidad social que no nos viene de serie y que, por tanto, hay que trabajarla e interiorizarla. Para ello, como todo en esta vida es mejor si se comienza desde que son pequeños, ya que les ayudará a construir los cimientos de una buena autoestima.
Para poder meternos de lleno en el aprendizaje de la asertividad, antes vamos a explicar en qué consiste y cómo trabajarla con los niños y niñas desde edades muy tempranas para evitar problemas mayores en la adolescencia y en la edad adulta.
Si has oído hablar de este término pero a estas alturas de la película no tienes muy claro cuál es el verdadero significado de la asertividad, ¡tranquila! En Cadena Dial te explicamos qué es y la importancia que tiene a nivel emocional ser asertiva o asertivo con los demás.
La asertividad hace referencia a la capacidad que tiene una persona de expresar libremente sus pensamientos y sentimientos, de forma clara, honesta y empática, sin que pueda ofender o hacer daño a otras personas.
Desarrollar la asertividad nos ayuda a conectar con nuestras necesidades y a comunicarlas con serenidad y respeto, lo que amplía las posibilidades de satisfacerlas de una forma sana.
Por lo que la asertividad es el punto medio entre optar por una comunicación pasiva, la cual nos llevara a un sometimiento continuo o por una comunicación agresiva, la que nos limita y nos lleva a crear vínculos tóxicos.
Por tanto, antes de conocer algunas técnicas para que los niños puedan desarrollar la asertividad vamos a recordarte la importancia de optar por una comunicación asertiva:
1. Ser buen ejemplo para promover la asertividad
Los niños y niñas, sobre todo, de pequeños son como esponjas que lo absorben todo . Por eso, cuidar nuestra forma de comunicarnos y expresarnos con los demás es importante para que tengan un buen referente. Así que, trabaja en la empatía y la comunicación activa para que tu mensaje sea lo más asertivo.
Para llegar a este punto es importante que te plantees cuál es la forma en la que hablas a tus hijos: Si eres de las que dictamina o se preocupa por escuchar las inquietudes y opiniones de los niños; si le hablas con afecto y serenidad o si por el contrario, recurres a los gritos, las amenazas y los castigos; si les das todas las cosas hechas o les dejas que aprendan y se equivoquen; si eres de las que dialoga y negocia o por el contrario, adoctrina e impone…
2. Fomenta el desarrollo de la empatía
La empatía es otra habilidad social que va de la mano de la asertividad. Sin empatía no puede darse la asertividad en plenitud y esta no quiere decir otra cosa que ponerse en el lugar de los demás teniendo en cuenta cómo pueden sentirse. Por lo que si ayudamos a los niños a ser empáticos instintivamente también les estamos ayudando a ser más asertivos. Una forma de que comprendan e interioricen que sus palabras tienen unas consecuencias y que pueden herir a otras personas.
Hablar con ellos y dejarles que se expresen es la mejor forma de que vayan interiorizando estas destrezas, ya que al hacerlo de forma paulatina medirán más sus palabras y encontrarán el mejor método para hablar y expresarse con el resto de individuos.
3. Propicia un ambiente agradable para la comunicación
Otro factor determinante para que los niños desarrollen la asertividad es que vean y sepan que su casa es un lugar seguro para expresar sin temores cómo se sienten y lo que les sucede, independientemente de la gravedad del conflicto.
Si fomentas un clima de confianza, te preocupas por sus inquietudes o problemas del día a día, les escuchas atentamente y les das cariño conseguirás que cuando esto pase a la inversa no corten a la persona que habla, no juzguen, no critiquen…
4. Otórgales herramientas para hablar con respeto
Siempre tienes que transmitirles que las cosas se pueden decir y expresar, pero sin faltas de respeto. Una ardua tarea que no siempre se consigue debido a los patrones que como adultos ya tenemos interiorizados.
En este caso, sería tan simple como motivarles a que digan las cosas y a que no se callen nunca, pero que cuando lo hagan no falten al respeto (ya sea insultando o hablando de forma agresiva) a nadie. Por lo que deja a los niños que digan también lo que les molesta y lo que no les gusta y siempre que sea algo lógico, negocia con ellos.
Si durante este proceso ves que no están escogiendo la forma adecuada para expresarse, entonces hazles ver que existe una mejor forma de decirlo. Eso sí, dejando atrás los reproches y los juicios. Piensa que están aprendiendo y necesitan tu ayuda y tu comprensión para que poco vayan tomando consciencia.
Una de las fórmulas que más recomiendan los psicólogos en este caso es hablar siempre desde la primera persona y no desde la segunda. Para que puedas entenderlo aquí te dejamos un ejemplo: “Tus comentarios me han hecho sentir mal, así que, te agradecería que la próxima vez me lo dijeses de otra manera” en vez de “Tú me has hecho sentir mal y no lo vuelvas hacer más”.
5. Expresarse con claridad y calma
Es muy frecuente que siempre se dé por supuesto lo que está ocurriendo en nuestro interior o en el de los más pequeños. Pero la realidad es que cuando sucede algo que les hace sentirse contrariados sienten que son tratados injustamente y ejercen el victimismo propio de esta etapa infantil, que les genera un gran malestar emocional.
Para evitar este tipo de situaciones es interesante explicarles que si quieren que el resto de personas tengan en cuenta sus deseos y necesidades tienen que aprender a decir las cosas con calma, de forma concreta y controlada. Aunque es importante recordarles que eso no significa que siempre vayan a ser satisfechas, pero es un primer paso.
Por lo que aquí el trabajo no será otro que hacerles ver que expresar sus deseos y lo que sienten es mejor que enfadarse y patalear ante el no cumplimiento de sus expectativas.
6. Ayúdales a negociar y ceder
Existe una falsa creencia de que si los adultos cedemos con los niños eso significa perder nuestra autoridad frente a ellos y, por tanto, cualquier credibilidad. La realidad es que no es así porque negociar es darles la oportunidad de que aprendan a ser responsables y autónomos.
¡Cuidado! Eso no quiere decir que tú como adulto no le arropes en el camino, sino que más bien les enseñas a volar por sí solos plantando una semillita para que a medida que vayan creciendo puedan tomar sus propias decisiones, aunque tú ya les hayas dado tu punto de vista.
7. Enséñales a poner límites
Una de las grandes tareas que no solo los más pequeños deben trabajar. Enseñarles a decir que no y a poner límites es encontrar equilibrio en uno mismo. Por lo que hacerles ver que poner límites claros y lógicos les ayudará desde que son niños a ganar autonomía.
Así que, en este caso muestrales tu amor incondicional y que pueden contar contigo, independientemente de que estés de acuerdo o no con su conducta, sus gustos o su opinión. De esta forma, estaremos ayudando a que los niños tengan criterio propio y a decir no cuando algo no les guste.
En consonancia, evita incurrir en etiquetas del tipo “Es muy buena” o “siempre hace caso” … Ya que podrían ser una terrible condena que les marcarán de por vida.
8. Potencia su autoestima
La autoestima es la base sobre la que se construye la personalidad. Por lo que construir una buena autoestima ayuda a que lo niños desarrollen la responsabilidad afectiva. Tener una imagen positiva de sí mismo, donde se ama, se acepta, se respeta, se quiere por encima de todo, no le afectan las críticas y no tiene miedo a expresarse son los indicios de una buena autoestima.
En este caso, tú como adulto solo tienes que limitarte a guiarle para que construya un buen autoconcepto de sí mismo e invitarle a autoconocerse. Esto no quiere decir que tú impongas la versión que quieres de ese niño o niña, sino que eres un mero espectador de este proceso y que de vez en cuando le sirves de guía para cuando se pierda.
9. Cuida el lenguaje corporal
Otro factor determinante e importante que también se debe cuidar. Si queremos ayudar a los niños a desarrollar la asertividad es vital que cuides tu postura corporal y que trates los temas con naturalidad. Habrá ciertos temas incómodos con tus hijos de los que te cueste hablar, pero mantener una postura firme y calmada ayudará a que los niños lo integren en su forma de comunicar.
Para que los niños y niñas interioricen el buen uso del lenguaje corporal podemos inculcarles que cuando hablen a los demás lo hagan mirándolos a los ojos y sin titubear con un tono de voz alto pero calmado para que puedan ser escuchados.
10. Aplica la escucha activa
La escucha activa implica escuchar atentamente y a veces, no se está dispuesto a llegar a ese punto y los peques lo notan. Por lo que, si optas por hacerles ver que su punto de vista no es el único y que hay que aprender a escuchar las necesidades de otros, incluso cuando lo que digan no les guste. Hablar con claridad y honestidad va de la mano con saber escuchar activamente, ya que solo así se consigue un resultado verdaderamente enriquecedor para todos.
En este proceso, también es importante que no les niegues una realidad: sus sentimientos. Nadie puede rebatirles, ni discutirles cómo se sienten, ya que ellos mismos son los dueños de lo que experimentan. De la misma forma, que ellos tampoco pueden hacer lo mismo con el resto de personas.
11. Reemplaza los pensamientos negativos
Por último, pero no por ello menos importante es vital que como adulto valides las emociones de los niños, sobre todo, si son muy sensibles. Recuerda que no hay buenas o malas, sino algunas que nos hacen sentir mejor y otras peor pero que todas son legítimas. Ahora, el trabajo llega cuando en un intento de ayudarles a ser más asertivos podemos cambiar la forma en la que los niños interpretan esas emociones.
El resultado no es otro que una buena regulación emocional, ya que les ayudamos a cambiar esos pensamientos negativos por otros más inspiradores y alentadores en los momentos en los que se sienten contrariados o insatisfechos.
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