Cuando nacemos, hay algo que no podemos evitar y es el nombre que nos a acompañará durante toda la vida. Otra cosa diferente es cuando nace el artista: ahí sí que podemos determinar cómo queremos pasar a la eternidad, o por lo menos, al Paseo de la Fama
No siempre convertirte en una celebridad ha de ir acompañado de un cambio de identidad. Simplemente prescindiendo del segundo apellido (o en el caso de Baute y López, que eliminaron además su segundo nombre), se presentan artistas como Manolo García, Enrique (Miguel) Iglesias, Carlos (Roberto) Baute o Jennifer (Lynn) López. Ésta última, además, con el tiempo añadiría un sobre nombre artístico (una verdadera filigrana en esto de ensamblar iniciales apellidos) , el de JLo.
Aunque a veces lo que los artistas modifican es el apellido que acompaña al nombre. Es el caso de Sebastián Yatra. ¿Sabías que Yatra no es su apellido? Su verdadero nombre completo es Sebastián Osbando Giraldo. El artista colombiano decidió que Yatra le acompañara en su andadura musical, y tiene un significado muy especial.
Yatra es una palabra que proviene del hindú y que vendría a significar algo así como «camino sagrado a lo divino«.
Hay quien opta por regalar la gloria a la madre de la artista, como Miguel Bosé (nacido Miguel González Bosé y modificado después a Miguel Dominguín Bosé) y hasta quién la homenajea llamándose como aquel galán de telenovela que tan buenos ratos hizo pasar a la madre que parió a Elmer Figueroa Arce, más conocido como Chayanne.
Incluso los hay que prescinden del nombre y adoptan el primer apellido, como Rozalén (llamada al nacer Maria de los Ángeles Rozalén Ortuño), que le sienta como un guante por ser tan peculiar y poco común. Lo mismo que le ocurre a Melendi, cuyo nombre completo es Ramón Melendi Espina. O aquellos que quieren hacer un honor a los integrantes de su familia, como es el caso de Juan Luis Londoño Arias, más conocido como Maluma, nombre que forman las dos primeras letras de los nombres de su madre, su padre y su hermana (Marllí, Luis y Manuela).
También están los que cogen su propio apellido, como es el caso de Beret, el segundo apellido de Francisco Javier Álvarez, que debió pensar que era un nombre muy común para un artista.
Personajes literarios, como aquella niña llamada Bunbury de ‘La importancia de llamarse Ernesto’ de Oscar Wilde, cuyo apellido fue tomado en préstamo por Enrique Ortiz de Landázuri Yzarduy, más conocido como Enrique Bunbury.
Aunque no siempre son personas las que inspiran, también los sitios. Josep Sergi Capdevilla, tomó de apellido el pueblo de su padre, Dalma. En este sentido, al contrario de lo que alguno pudiera pensar, Pablo Alborán no toma su nombre artístico del mar que baña su Málaga natal, sino de uno de sus propios apellidos, que es casualmente Alborán.
Veamos ahora dos nombres muy llamativos: Shakira y Chenoa. Por muy exótico que suene, Shakira usa su nombre real (Shakira Isabel Mebarak), no como en el caso de Chenoa, que como muchos saben se llama Maria Laura Corradini. Lo que quizás se sepa menos es que fue la similitud sonora de Laura Pausini con Laura Corradini lo que hizo cambiar de nombre a la cantante de origen argentino. Fue finalmente el nombre modificado de una amiga de su madre (Xenoa) el que adoptó la que todos conocemos hoy día como Chenoa.
A veces, mucho antes de que el artista sea conocido como tal, le viene, como caído del cielo su sobrenombre. Es el caso de María Lucía Sánchez, cuya tía Reyes pensaba que era un nombre muy largo para una niña tan pequeña y lo recortó a su medida, quedándole el nombre de Malú como un guante.
Dani Carbonell ha visto cómo con los años su apodo cambiaba. Por ejemplo, de niño su madre le llamaba Mico; su primeros pinitos en la música los hizo como el Mono Loco y ahora ya todos le conocemos como Macaco.
Apodos que nacen en la infancia, a patada limpia (de balón, se entiende). Como el que le pusieron a Jose Miguel Conejo Torres, que debido a su parecido con el futbolista brasileño Leivinha, muy popular en los 70 cuando jugaba en el Atlético de Madrid, se quedó con el mote de Leiva.
Los parecidos razonables dan origen a motes pero también las actitudes. Porque a poquito que uno que conozca a Javier Labandón, entiende que su abuela le llamase ‘Arrebato’ . Y es que el chaval, de pequeño era un auténtico ‘manojo de nervios’.
En esto de cambiar, una de las que se lleva la palma es Pilar Sánchez Luque, cuyo nombre no era muy ‘coplero’ , estilo que practicaba en sus inicios. Pese a las reticencias iniciales de la cantante, al final aceptó cambiarlo por el de Pastora Soler.
Ahora coge aire. Te hará falta para decir el nombre completo de la artista con más azúcar de la historia: Celia Cruz es la versión reducida de Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santísima Trinidad.
Menos extenso el de otra cubana célebre como es el de Gloria Estefan, originalmente Gloria María Milagrosa Fajardo García de Estefan.
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