En un primer momento se vendía como producto de belleza y por lo tanto era considerado un artículo muy saludable.
Pero… ¿y si te digo que el jabón no es del todo sano para tu piel? ¿Suena contradictorio, verdad?, bien, para entender esta afirmación, debemos empezar desde el principio, ¿de qué esta hecha la piel?
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La piel está compuesta por tres capas, epidermis, dermis y grasa subcutánea.
La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y, a la vez, la primera y mejor línea de defensa inmunitaria que tenemos, ya que gracias a la epidermis, o lo que es lo mismo, la capa de células que nos envuelve, nos protegemos de muchísimas enfermedades, como si de un caparazón se tratase.
Por eso cuando la epidermis se estropea -entre otros motivos por el uso inadecuado del jabón-, los gérmenes acuden a esa zona provocándonos picores y rojeces.
Debemos saber que se trata de una capa que se encuentra entre la epidermis y la dermis, cuyo objetivo es lubricar y proteger la piel.
El PH, tanto del cuerpo como de la cara, suele oscilar entre 4,7 y 5,7, por lo que existe una gran dificultad para que las bacterias perjudiciales puedan crecer sobre nuestra piel.
El PH puede variar ligeramente según las zona del cuerpo, el género de la persona, las exposiciones eternas, los frecuentes lavados, la genética, la edad y las hormonas.
Bien, entendida esta parte, tenemos que tener en cuenta que en nuestro cuerpo existen billones de bacterias diferentes, por lo que podríamos decir que esta compuesto por un ecosistema microbiota.
Lo interesante de este sistema es que, a medida que van pasando los años y crecemos, nuestra piel evoluciona y por lo tanto, todas esas bacterias que nos acompañan y que conforman ese sistema, también lo hacen.
Y lo hacen acorde a nuestra forma de vida, por lo que se adaptan a donde vivimos y a su clima, a las personas con las que vivimos o tenemos contacto de forma regular, a nuestras mascotas, a la ropa que usamos…
Gracias a la evolución que realiza todas están bacterias seguimos vivos, pues les permite seguir protegiéndonos, en caso contrario estaríamos expuestos a muchísimos patógenos-
Dicho todo esto, empecemos hablar del jabón, una sustancia química bastante simple, pero dentro de su sencillez, puede ser dañina ya que no solo elimina la suciedad sino que también estropea nuestra capa protectora, por lo que de forma directa trastoca nuestra defensa, pudiendo cambiar el PH de nuestro cuerpo.
Es el motivo, por ejemplo, de que mucha gente, que hace largos baños de agua con espuma o que se mete bajo la ducha 3 ó 4 veces al día para darse “una ducha rápida” sufren de sequedad en la piel, rojeces, o picores insufrible entre otros síntomas.
Claro y diréis, pero entonces ¿ qué hago? ¿dejo de ducharme?
No. Lo que tenemos que hacer es darle la bienvenida a las cremas hidratantes y aceites corporales, pues estas reparan el daño que ha hecho previamente el gel corporal.
Seguro algunos os estaréis preguntando ahora ¿y qué pasa con los exfoliantes?
La exfoliación es muy importante, sobre todo, cuando la piel empieza a madurar. De joven la reposición de las células se hace mucho más rápido y sin ninguna dificultad, pero con los años la reposición de las células se ralentiza con lo que la piel adquiere un aspecto dañado. Por eso es conveniente exfoliarse al menos una vez a la semana entrados en cierta edad.
En definitiva, como podéis leer, el cuidado de la piel es un tema muy personal, cada piel es un mundo diferente y nunca mejor dicho, un mundo de células y bacterias. El estado de la piel es una representación externa de nuestra salud en general, la piel dice cómo comemos, cómo dormimos, si nos hidratamos tanto por dentro como por fuera, así como también nos informa de si hacemos ejercicio o sufrimos de estrés.
Como resumen: