Nuestra víctima le sigue el juego al pianista y le cuenta que ya está vacunado «Hasta la fecha no las hemos sentido. La segunda ni nos hemos enterado», comentaba sobre las dos dosis. Sobre los calores del verano, nuestro interlocutor continúa «Aquí no pasamos calor, en la casa del pueblo siempre hace la misma temperatura», sentenciaba.
Abelino, nuestra inocente víctima, es albañil de profesión y comenta el tipo de construcciones que se hacen estos días. «Se pueden hacer cámaras de aire, aislantes, muchas cosas», decía… «Lo que no es normal es escuchar al vecino», le respondía Sebastian.
Para terminar, el pianista el dedica una canción… «Buenas noches señora…». Hasta que finalmente, Julia, la mujer de Abelino, termina respondiendo al teléfono «Llevamos ya 52 años casados», comentaba muy simpática mientras Sebastian insistía.
La paciencia de algunos no tiene límites…
Ya Aristóteles mencionaba la virtud de la paciencia en sus Éticas:
«El equilibrio entre emociones extremas o punto medio: metriopatía»
Gracias a la paciencia, conseguimos sobreponernos a cualquier emoción, por fuerte que sea. Julia y Abelino seguramente han tomado buena nota de ello.
Lograrlo es puro entrenamiento y debemos pulir nuestra personalidad a golpe de esfuerzo. La paciencia denota prudencia y es una virtud que todo el mundo debería cultivar.
«La constancia valerosa que se opone al mal, y que a pesar de lo que sufra el ser humano no se deja dominar por él«, Aristóteles
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