La carga genética tiene su porcentaje de responsabilidad, muy alto, sí. Pero, en su caso, no lo es todo.
La presentadora se cuida. Y mucho. La alimentación, el deporte y los cuidados estéticos -sin acudir al bisturí, asegura- forman parte de sus rutinas diarias.
Pilar sabe que para su profesión la imagen es importante pero no lo hace solo por eso: también por salud, como ha explicado muchas veces, en redes sociales.
Pero como dice Jack Lemmon en Con faldas y a lo loco, (Billy Wilder, 1959), «Nadie es perfecto» y Pilar Rubio tampoco. Al menos, ella así lo considera. Y es consciente de sus imperfecciones que permanecen invisibles a los demás que no somos capaces de vislumbrarlas.
En El Hormiguero, programa del que esta temporada deja de ser colaboradora, ha hablado con mucha naturalidad de todo ello.
Pablo Motos contemplaba sorprendido a la mujer de Sergio Ramos cuando esta señalaba su nariz y le confesaba que la tenía torcida y que eso la acomplejaba bastante.
En otra oportunidad, habló de sus dedos, los de las manos y los de los pies: «Los dedos de mis pies son muy largos. También los de las manos. Me miro los dedos y pienso: ‘¡Qué largos!’”
Y no acaba ahí la cosa. Tras su último embarazo, la periodista ha hablado de su pecho del que se ha hartado de aclarar nunca ha sido operado. Ha confesado que con cada parto, el pecho ha ido perdiendo turgencia y que no descarta -si así lo considera- pasar por el quirófano para retocárselo.
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