La pobre atrevida lamentaba que no estuviera disponible su madre para atender la llamada, aunque a cambio se va a llevar una alegría enorme de la mano de nuestro sacerdote, que le pide «un pequeño hueco para cantarle a Dios».
¡Y vaya si le va a dedicar un hueco! La mujer no duda ni un momento a la hora de rezar el «Padre Nuestro» y a la hora de cantar el famoso Alabaré. De hecho, se va a venir arriba conforme avanza la canción.
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