Luis Larrodera nos acerca una de esas noticias que nos muestra cómo no debemos actuar, aunque el toque de queda esté durando más de la cuenta:
En Pontevedra, un chico se hartó de regresar a casa a la hora que marcan las autoridades y se las ingenió para campar a sus anchas sin ser detectado por la policía: Se disfrazó de repartidor a domicilio y tomó prestado una mochila-nevera que tenía un amigo.
De nada le sirvió puesto que sobre la una y media de la madrugada, un coche patrulla le detuvo y descubrió la trampa enseguida. De acuerdo a las nuevas normas sobre la Ley de Salud Pública, el irresponsable se enfrenta a una multa de entre 1.000 y 3.000 euros.
Por suerte y como dice Isidro Montalvo, esto no es habitual salvo en puntos concretos de nuestra región. Si bien la noticia con la que abren los lunes los informativos trata sobre las fiestas ilegales, cada vez es más común escuchar el absoluto silencio de madrugada, fruto de la actitud y honestidad de cada uno de nosotros.
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