Saray Esteso nos acerca la historia de Demetrius Lewis, un hombre que quiso beneficiarse de su labia para esquivar una acusación de robo en domicilio.
Este ciudadano de Florida no dudó en coquetear con la propia jueza por videollamada, tratando de romper el hielo nada más arrancar con el primer piropo: «Madre mía, ¡es usted preciosa!», le decía.
Lejos de conformarse con ese primer comentario, Lewis continuó: «Creo que me estoy enamorando, la amo», declaraba en mitad del juicio ante la incredulidad de todos los asistentes.
Era inevitable que a ella se le escapase una leve mueca, aunque le regalaba poco después un inmejorable zasca: «Los halagos te llevarán lejos pero tal vez no te saquen de aquí». Dicho y hecho: Orden de prisión con 5.000 doláres de fianza.
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