Así lo ha demostrado un grupo de científicos de la Universidad de Viena en el estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B. En dicha investigación se tomaron 260 perros de distintas razas.
La prueba consistía en que los perros detectasen la ubicación de la comida en dos cubos opacos en una habitación con humanos.
Para poder llevar a cabo el estudio con éxito, se adiestró a los perros para que siguieran las indicaciones de las personas que iban a participar. La principal tarea era que los animales adivinasen en cuál de los dos cuencos se encontraba una chuchería al seguir los avisos del humano.
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En la segunda parte dejaban que el perro viera como la persona cambiaba la chuchería de cuenco mientras otro miraba. El que observaba se iba para que el animal no le viera presente. Después, se realizó el mismo proceso y un desconocido ‘aconsejaba’ al perro sobre el cuenco en el que se encontraba la comida.
Se llegó a la conclusión de que el animal ignoraba los consejos del humano que no había estado presente cuando se hizo el cambio de cuenco, pues sabían que la persona que no conocían no sabía donde estaba la recompensa. Por otro lado, la mitad de los perros ignoraron las indicaciones de las personas que les decían el cuenco contrario.