Los celos, hasta cierto punto, pueden considerarse normales. Pero llega un momento en el que son excesivos, tóxicos y perjudiciales para la relación. Cuando esto ocurre, entra en juego un concepto que destrozaría cualquier pareja: la posesividad. Pero ¿dónde está el límite? ¿Cuándo empieza alguien a ser posesivo? Estos son los indicios más comunes para detectarlo.
Si tu pareja es posesiva, te pedirá explicaciones en todo momento sobre lo que haces y las personas con las que te relacionas. Solo quiere que pases tiempo en pareja, que no estés con nadie más. Todo este control hace que tengas miedo y te preocupes por lo que tu pareja pueda pensar sobre cualquier aspecto de tu vida y te limita a la hora de tomar tus propias decisiones. En las relaciones sexuales siempre querrá sentirse dominante y tener el control sobre ti.
La mayor diferencia entre una relación posesiva y una sana es la falta de confianza. Siempre se imagina lo peor y nunca atiende a explicaciones. Esta desconfianza nace de la inseguridad y de la falta de autoestima.
Nuestra pareja tiene que demostrarnos que nos quiere y hacernos sentir a gusto, pero una persona posesiva suele hacer todo lo contrario. Tanto en público como en privado, alguien así nos ridiculiza para hacernos sentir débiles y fortalecer su posición. Jamás te felicitará por tus logros e incluso intentará anularlos, ya que se guiará por la envidia y el resentimiento. Puede llegar a cambiar tus gustos y aficiones y alejarte de tus seres queridos para que la relación pase a ser el centro de tu vida.
Alguien así no concibe que su pareja esté en desacuerdo con su opinión. Si eso ocurre, te presionará hasta salirse con la suya. No aceptará un “no” por respuesta e intentará convencerte reforzando su ego y destruyendo el tuyo. Lo mismo ocurre con tus propias decisiones: tienen que ser como él o ella quiera y no dudará en manipularte y chantajearte para conseguirlo. En el día a día te convencerá de que la pareja está descompensada ya que “no mereces” estar con esa persona. También te hará sentir culpable ante situaciones irrelevantes o inexistentes para reafirmar de nuevo su postura dominante y hacerte sentir en deuda con él o con ella.
Al mismo tiempo que te aleja de tu entorno, intentará introducirte de lleno en el suyo. Así borrará cualquier separación entre vuestras vidas y podrá controlar todos tus movimientos. El espacio individual de cada uno será inexistente y no habrá intimidad ni privacidad en la relación.
Si notas este tipo de comportamientos en tu pareja, es importante que los dos recapacitéis. El primer paso es trabajar para cambiar estas conductas, ya sea por cuenta propia o mediante la ayuda de un profesional. Si ninguna de estas opciones funciona o tu pareja no está dispuesta a cambiar, es mejor alejarse. Este tipo de comportamientos perjudican a ambas partes de la relación, y si están muy arraigados lo más saludable para los dos es romper. De lo contrario, las cosas podrían ponerse demasiado feas.
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