Estos animales no reciben de la mejor manera los cambios, sobre todo se alterarán si escuchan gritos fuertes o si ven una transformación en la rutina del hogar. Además, se desconciertan si no mantenemos una actitud estable en cuanto a nuestra convivencia con ellos.
Por lo tanto, si eres una persona estresada o pesimista, le transmitirás a tu perro ese tipo de actitud.
Un estudio sostiene que un estrés prolongado en los propietarios de estos animales genera una influencia directa en ellos. Alguna de las señales que muestran este estrés es mediante sus ladridos y el lenguaje corporal. Ambas nos ayudan a conocer si está estresado o incómodo.
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La etóloga canina Virginia Rueda sostiene que ‘si tu perro se lame el hocico de repente, sin que esté relacionado con la comida, o si bosteza sin motivo aparente o fuera de contexto, puede indicar que está estresado’.
Por en contrario, si tu compañero canino se queda quieto, también puede significar una respuesta al estrés. Otro gesto puede ser el las facciones de la cara, que estén más fruncidas y rígidas. De la misma manera, otro signo de estrés puede ser las orejas aplanadas o los ojos entrecerrados. Estas son maneras por las que observamos que nuestra mascota se siente incómoda.
Además, tu perro puede ladrar por estrés. Hay que fijarse en la intensidad, el tono y la fuerza, porque será distinta en función de su estado. ‘El ladrido de un perro que siente estrés puede ser monótono y repetitivo; y mezclarse con aullidos o gemidos’. Por lo tanto, un ladrido que denote ansiedad sonará más grave e intenso.