Debes dejar que corra el aire para que el frio se distribuya mejor, así que no la llenes hasta arriba y deja separación entre los alimentos. Al colocar la comida ten cuidado de no tapar los orificios que se encargan de la distribución del aire.
Coloca lo que acabas de comprar en la parte de atrás y lo que has comprado hace más tiempo delante. Muchas veces nos olvidamos de consumir alimentos porque no los vemos.
La temperatura ideal es entre cero y cinco grados.
En la parte de arriba pon los alimentos que duran más y los que tengan algún conservante (quesos, bebidas, aceitunas y envases abiertos).
Coloca en la zona media embutidos, lácteos, platos cocinados y huevos y en la parte de abajo coloca la carne y el pescado envueltos en el envase en el que venían. Si los trasladas de envoltorio los jugos se acumularán en la bandeja y harán que se deterioren antes y ese mismo líquido puede acabar goteando y caer sobre alimentos crudos, siendo un foco de infección.
Separa fruta y verdura, algunas de ellas (tomate, fresas y manzanas) producen etileno, un gas que acelera la maduración de los alimentos que tienen al lado.
En la puerta puedes poner salsas, queso rallado y mermeladas, pero no pongas los huevos, ya que no les convienen cambios de temperatura que provocarán que se rompan. Se conservarán mejor en su envase y en la parte media o de arriba del frigorífico.
Y recuerda: mantén siempre la temperatura adecuada que debe oscilar entre los 3 y los 5°C.
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