El limón es un gran desengrasante natural.Sólo necesitarás dos o tres limones, una espátula y una esponja.
Retira las rejillas del horno, exprime el zumo de dos limones en una fuente del horno y mézclalo con un tercio de agua, puedes dejar las pieles también.
Pon el horno a 120 grados y déjalo durante media hora. Cuando se haya enfriado retira la suciedad con un estropajo, si hay zonas que se te resisten usa una espátula.
Por último seca el horno con un paño limpio.
Necesitas bicarbonato, agua, un paño húmedo, una espátula, unos guantes de goma, vinagre blanco y una botella de spray.
Mezcla media taza de bicarbonato con unas cucharadas de agua hasta formar una especie de masa, la cantidad de agua dependerá del bicarbonato que uses, cubre el horno con la mezcla evitando los ventiladores.
Déjalo reposar una noche o al menos doce horas, después retira todo el bicarbonato seco con un paño de cocina húmedo, usa si es necesario la espátula para las partes más difíciles.
Pulveriza con vinagre las zonas dónde aún queden restos y con el paño húmedo limpia los restos de bicarbonato y vinagre, aclarando el paño varias veces.