Hay personas que consideran que no existen unas claves determinadas para ser feliz. Lo cierto es que una única cosa no puede aportarte esa sensación, pero te vamos a contar todo sobre una rutina para ser feliz.
El caso es que nos pasamos los días sobreviviendo en lugar de viviendo. El trabajo, la casa, los niños, las tareas… todo son impedimentos para poder pasar un rato con nosotras mismas. Muchas veces, acumular tanto estrés es el principal problema para llegar a encontrar la felicidad. Ser feliz no es permanente, es un sentimiento que saboreamos en determinados momentos o situaciones y con determinadas compañías. Pero, podría decirse que la acumulación de pequeñas dosis de esos ratos hace nuestra vida más plena.
Muchas veces sentimos frustración al sentir que tenemos una vida completa llena de logros, pero que no sentimos esa felicidad que. No es una fórmula matemática, pero los testimonios de cientos de mujeres han confirmado que realizar estas tareas y seguir estos consejos les ha aportado mucho en su día a día.
Según los expertos, una acción se convierte en un hábito cuando pasas varios días realizándola. La fecha total establecida es un total de 21 días, en ese tiempo tus neuronas se están acostumbrando todavía, pero ya han interiorizado, casi al completo, esa rutina. Por eso, toma nota de todos estos consejos y empieza mañana mismo a cambiar tu forma de vida si crees que lo necesitas.
Está claro que cada persona lleva un ritmo de vida diferente y que una misma rutina para todo el mundo es imposible, pero adapta los hábitos a las tareas de tu día a día.
Lo primero es centrarse en el despertar. Obviamente dependerá de a lo que te dediques tu hora de comenzar el día, pero eso da igual. Muchas veces alargamos el momento de salir de la cama haciendo así que empecemos el día corriendo para no llegar tarde. Eso no puede ser.
Cronometra tu tiempo y programa el despertador una hora antes de tu hora de salir o de trabajar en casa. Parece que por dormir media hora más el descanso es mayor, pero no. El desayuno es el momento que determinará el ritmo de nuestro día. Por eso, siéntate a disfrutarlo y deja atrás el café por el camino. No hace falta preparar un desayuno de película para empezar el día con buen pie. Un zumo de naranja con tostadas o un café con galletas es suficiente si no dispones de mucho tiempo, lo importante es sentarte para comerlo y empezar el día de forma relajada. Tampoco puedes ponerte a comenzar tu día, ya sea dentro o fuera del hogar, sin cuidar tu piel. Nos cuesta acostumbrarnos, pero tener una rutina de piel diaria no solo nos beneficia por fuera, también lo hace por dentro. Reserva 10 minutos para este momento. ¡Enseguida estarás llena de energía para comenzar el día!
Como hemos dicho antes, la felicidad se basa en pequeñas dosis de momentos. Algo tan simple como pararse a desayunar sin prisa y dedicarse unos minutos de cuidado ya por la mañana suman puntos para pasar un buen día.
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La jornada laboral no debe ser un problema para no poder dedicar tiempo a hacer las cosas que te gustan. Está claro que muchas horas de trabajo no te dejan a penas tiempo para hacer cosas en lo que queda de día, pero ir con prisas no sirve de nada. Termina tu jornada con ganas de descansar, porque no solo los fines de semana deberían ser de relax. ¡La clave está en aprovechar el tiempo!
Organiza tu agenda y comienza con las tareas obligatorias, niños, casa, compra… Cualquiera que sea tu siguiente tarea después del trabajo debe ser lo primero que hagas. Aunque de pereza es mejor que comiences por aquí ya que luego tendrás tiempo para ti sin pensar en todo lo que tienes que hacer.
Lo mejor que se puede hacer para afrontar las tareas de una manera sana es hacerlas buscando positividad en las mismas. Si tienes que ir a hacer la compra piensa que puedes ir en el trayecto al supermercado escuchando tu música favorita o incluso que puedes encontrarte a amigas allí. Buscar, y encontrar, lo que nos motiva hace que los momentos cotidianos nos aporten más paz que estrés.
No puede acabar el día sin que hayas dedicado al menos 15 minutos a hacer deporte. Este no solo sirve como método para adelgazar o coger fuerza o músculo. El ejercicio es como cuando éramos pequeñas y escribíamos todo en un diario para desahogarnos y sentirnos mejor después. Hacer cardio como salir a andar o trotar, o incluso ir al gimnasio o a alguna clase como zumba, yoga o pilates es un momento necesario en la rutina de cada día. No quita mucho tiempo y hará que afrontes el resto de las cosas del día con mucha más energía. Busca lo que te motiva y ¡lánzate!
Muchas veces tenemos la manía de estar preparando la cena mientras trabajamos o pensamos y cuadriculamos las cosas que tenemos que hacer al día siguiente, y eso no puede ser. Después de cenar aprovecha a ver un rato la tele en familia , a escribir o leer un libro, pero descansa la mente antes de ir a dormir. No lo demores mucho pues el descanso es una de las partes más importantes del reto. Recuerda que antes de dormir no puedes olvidar dedicar esos 10 minutos imprescindibles al cuidado de tu piel. Una limpieza y una crema refrescante te harán irte a la cama con una sensación renovada que te ayudará a descansar.
Esta rutina debe amoldarse a los horarios de cada día, pero está pensada para que no haya agobios. Seguir durante varias semanas este método te enseñará a afrontar las distintas obligaciones y tareas del día con una filosofía de vida más relajada. Al final, correr y estresarse no sirve para nada más que retrasar el proceso y reemplazar los momentos de felicidad por agobios.
21 días serán suficientes para que te acostumbres a este ritmo de vida y aprendas que esos pequeños momentos te darán la felicidad que ahora falta en tu vida. Momentos que te harán sentir otra persona porque cuidarse a una misma debería ser obligatorio.
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