Esto está en vías de tener solución, pues la Escuela Universitaria de Odontología de Adema ha diseñado un mecanismo que mantiene ajustada la mascarilla al rostro y que se adapta al contorno de la cara. Este dispositivo, elaborado a través de un material biodegradable y una resina termoplástica, permite que no entre ni salga aire que no se filtre a través del material textil de la mascarilla.
Diego González, presidente del patronato de la escuela, ha explicado que el dispositivo se ha creado para las mascarillas quirúrgicas, pues estas cumplen «la norma UNE 14683 que la acredita como producto sanitario» y que es capaz de filtrar los organismos de riesgo biológico, mientras que las mascarillas FFP no hay evidencia científica de que sean mejores, tal y como señala González.
Si bien es cierto que las mascarillas quirúrgicas tienen el fallo de que, mal ajustadas, pueden dejar pasar el aire no filtrado. Es por eso por lo que Adema llevó a cabo una investigación centrada en hacer todo lo efectiva posible este tipo de mascarillas, que tienen «el mejor tejido» que garantiza un correcto filtrado.
«Para cerrarla generamos un contorno facial de material biodegradable, adaptado a cada persona, para que hubiese las mínimas aberturas y que el aire entre todo filtrado por el tejido«, ha compartido el experto.
Aunque es una herramienta eficaz, Adema simplemente lo ha patentado, no se encarga de fabricarlo. No obstante, la escuela se ha puesto en contacto con productores que disponen de impresoras 3D para que estos «puedan llegar a comercializarlos de la manera más económica«.
MÁS SOBRE: