Dentro del equipo hemos hablado de los silbidos, del plástico de las botellas o de la tiza chocando con la pizarra. A esos tres, incorporamos la sirena de las ambulancias que hacen incluso llorar a la pobre Olga; así como gente masticando demasiado alto: «Me tengo que levantar y disimular«, nos confiesa Carmen.
Hay sonidos que pueden dar lugar al debate y otros en los que estaremos completamente de acuerdo. Ese es el caso de un globo cuando pasamos la mano o el irritante mosquito que siempre vuela sobre su oreja en verano, tal y como nos contaban Jesús Francisco y Fernando.
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