Intenta no caer en conclusiones precipitadas, ya que seguramente sean más pesimistas de la cuenta. Si notas a tu pareja ausente pregúntale qué ocurre y muéstrale tu preocupación. Hazlo de forma directa y concreta, pero sin crear un ambiente incómodo ni ponerte a la defensiva. Quizá haya alguna razón de peso que justifique su actitud.
Si el comportamiento de tu pareja no cambia, lo peor que puedes hacer es pagar con la misma moneda. Así solo conseguirás que su comportamiento, lejos de cambiar, tenga motivos en los que respaldarse y, por lo tanto, que la situación empeore. Recuerda que no se trata de una competición y que ninguno de los dos debe quedar “por encima” del otro.
Aunque ambos necesitéis vuestro propio espacio, también es vital que paséis tiempo juntos. Buscad planes, proyectos o momentos exclusivos para vosotros. De lo contrario, la relación se quedará estancada y caerá en la monotonía.
En ningún momento tienes que dejar a un lado tus sentimientos ni olvidar cuáles son tus límites. Si sientes que te has esforzado al 100% y no obtienes nada a cambio, quizá sea el momento de tomar decisiones más tajantes: desde un tiempo distanciados hasta una ruptura definitiva.
En una pareja es fundamental que las dos partes se sientan queridas y valoradas. De lo contrario, hay que intentar solucionarlo con calma, paciencia y respeto. Si no funciona es mejor tomar un camino diferente… Hay muchos peces en el mar.