Durante los meses más fríos la escasa humedad del aire, reduce también la humedad de la piel ocasionando picores y una mayor sensibilidad en la misma.
Así que corres el riesgo de pasarte a la hora de echarte tu hidratante pensando que cuanto más uses tu piel estará mejor y más hidratada.
Sin embargo no es así, las hidratantes de cara son concentradas y por eso usar más de la cuenta no mejorará nuestra piel si no todo lo contrario, si abusas de su uso pueden estropearte la piel.
La piel sólo absorbe la cantidad de hidratante que necesita, el resto la rechaza.
Si te echas crema en exceso le estás diciendo a la piel que tiene suficiente agua, proteínas y lípidos, sus componentes básicos y que por lo tanto no produzca más.
Si te echas demasiada crema notarás algunos efectos sobre ella cómo acné, piel escamosa, enrojecimiento, irritación, poros obstruidos por el exceso de crema e incluso y por muy contradictorio que parezca exceso de sequedad, debido a que el exceso de crema puede hacer que la piel no pueda crear una barrera cutánea eficaz y esto derive en una sequedad continua.
Aplícala justo después de la ducha, tras secarte bien. Hazlo con movimientos ascendentes y sin frotar demasiado fuerte y pon especial atención en rodillas y codos que suelen estar más secos.
Debes notar que tu piel está hidratada, no grasa, cuando aplicas la crema esta debe absorberse por completo.
Haz de ello un hábito, no esperes a que tu piel esté seca para hidratarla. Las mejores cremas son las que contienen al menos glicerina, ácido hialurónico, ácido láctico, lanolina o aceite mineral.
Ten en cuenta tu tipo de piel, no es lo mismo una piel grasa que una seca y hay productos específicos para cada caso.
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