Bueno, bueno, bueno…parece ser que el público ha hablado alto y claro con la última y segunda expulsión de Secret Story.
Bigote Arrocet se convertía en el elegido para abandonar Secret Story, y qué queréis que os diga: creo que estamos todos hasta el moño del temita de Whatsapp. Es decir, ¡que nos da igual, querido!
Afortunadamente, el periodista Miguel Frigenti se salvaba así de las llamas que le esperan a su salida y decidía cambiar el rumbo de su concurso en Secret Story. A ver si es verdad…¿O preferiríamos que no lo hiciera?
La pareja de amigos se enfrentaba a la decisión final con el máximo de los respetos por su contrincante. Agarrados de la mano, recogían la decisión del público con dos ánimos muy diferentes. Frigenti, que se veía con un pie fuera de la casa, estallaba rebosante ante la sorpresa. Edmundo, con las piernas cruzadas sobre el asiento, mantenía su habitual estado de pasotismo y resignación.
Cuando el periodista volvía a la calma, se abrazada a su compañero: «Jo, bigote, te quiero mucho» a lo que el chileno reía. Pero Frigenti quiso despedirse de su amigo con un ejercicio de generosidad: «Gracias por ayudarme a gestionar la ansiedad y todo lo que me has enseñado estos días. Aquí tienes un amigo, te lo juro».
A Arrocet le quemaba el trasero: quería salir cuanto antes de aquella sala. Sin embargo, Jorge Javier lo detenía para preguntarle sobre sus sentimientos: «¿Te da inquietud salir, enfrentarte a la realbiidad?» y el chileno respondía tranquilo: «La realidad la tengo clara y no me inquieta en absoluto. Tengo mi conciencia súper tranquila».
Y de repente, la conversación de Bigote se veía interrumpida por una petición de matrimonio: «Siempre me dices que no, pero por favor, cásate conmigo cuando salga de aquí. Te quiero y eres la persona más importante de mi vida».
Y el novio, ya no sabemos si apretado por la situación o por un deseo real, respondía con la boca pequeña: ¡Claro que sí! Bueno, esperemos por el bien de la pareja que lleguen al altar juntos…
«Soy hermano de mi padre» nada más leerlo, sientes cómo el cerebro se te estruja. Y a Jorge Javier, también: «Yo no lo entiendo».
«Es muy sencillo. Yo nací en Buenos Aires. Cuando me inscribieron, en el papel de nacimiento, se equivocan y ponen el nombre y el apellido de mi padre. Entonces, en Argentina, ese documento no se cambia. Así que, soy hermano de mi papá«.
El cómico continuaba con su relato: «Cuando se fue mi madre a Chile, decía: ¿cómo voy a tener tres hijos y uno de ellos, como hermano de su padre? Así que lo arreglaron, pero en Chile. En Argentina sigo siendo el hermano de mi padre».
Jorge Javier, en mi opinión desinflado porque el secreto no tuviera un fondo truculento, intentaba rascar diciendo: «O sea, que por un fallo, no por una cosa rara…». Que no, Jorge Javier, que no hay dónde rascar.
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