Empieza por revisar la luz, si tu planta está en un oscuro rincón, lo normal es que se marchite o al menos se empiece a poner mustia. Procura colocarla a un metro o dos de una ventana orientada al sur o al este y crecerán preciosas.
Vigila también la maceta dónde la tienes colocada, debe tener un tamaño lo suficientemente grande para que las raíces no estén apretujadas y además haya espacio para nuevas raíces. Si ves que empiezan a asomar por los agujeritos de la maceta, es el momento de cambiarla de sitio a un contenedor más grande.
No te olvides de las hojas: si encuentras una sustancia brillante y pegajosa, puede que tu planta tenga pulgón. Es el momento de ponerte manos a la obra, puedes limpiar las hojas con un algodón mojado en alcohol que te ayudará a librarte de los insectos.
Por último el exceso o la falta de humedad puede ser la razón de que se esté poniendo mustia. A la mayoría de las plantas les gusta vivir en una tierra ligeramente húmeda al tacto, por lo tanto esa puede ser una buena medida, espera a que la superficie de tu maceta esté seca antes de volver a regarla.
Si por el contrario crees que le falta agua, puede ayudarte agrupar tus plantas en una bandeja poco profunda, con grava y agua hasta un centímetro de altura más o menos, así se regarán solas y la grava evitará que tengan demasiada humedad y se pudran las raíces.
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