Con los más pequeños lo tenemos aún más fácil… En cuanto pasamos más tiempo con nuestros hijos, que son muy disfrutones en general, y nos volvemos algo más flexibles, lo tenemos resuelto. Ampliamos sus experiencias pasando más tiempo con ellos y las situaciones que propician conflictos son mínimas.
¿Pero qué ocurre con los más mayores? Negocia desde el principio con tres asuntos relevantes. Toma nota…
Puedes proponer a tus hijos que saquen la basura, que ayuden a sus hermanos con las asignaturas más complicadas… La idea es que se relajen y disfruten pero que sigan afrontando tareas y responsabilidades, que sigan observando sus límites.
El papel de los padres se vuelve más flexible, pero desde la perspectiva de la negociación previa podremos afrontar mucho mejor los conflictos que puedan ir surgiendo.
¿Y durante las vacaciones una vez hayamos negociado? La convivencia requerirá que gestionemos tiempos y espacios… Buscaremos la distancia y el espacio para que podamos evitar los conflictos. Elige bien tus batallas: si va mal vestido, déjale. Pero si llega tarde, lo tienes ganado porque has negociado previamente.
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