Cristina nos realizaba la siguiente consulta: «Mi hija, de casi tres años, ignora a su padre. Se quita cuando le va a dar un beso, una caricia o un abrazo. Y esto nos duele en el alma y no sabemos el por qué de este comportamiento ya que a la hora de jugar si que acude con él. ¿Qué podemos hacer?», preguntaba.
Aunque nos parezca extraño, esta etapa de rechazo a los afectos es una situación muy habitual. Los niños leen muy bien la comunicación no verbal, algo que perdemos con la edad.
Y en este sentido, esa misma preocupación de los padres es interpretada por los niños como un refuerzo, que los lleva a repetir este patrón de comportamiento. Este mecanismo hace que los pequeños mantengan la atención de los padres.
Lo primero y más importante, ante este tipo de comportamientos, es tener mucha paciencia con el niño. Como te contamos, es una etapa muy habitual y que puede superarse con un poco de esfuerzo.
En las actividades lúdicas, como el juego, podemos aplicar algo muy sencillo: recibir al niño con un abrazo. En otros momentos del juego, conviene dar un beso o aplicar contacto físico, como una caricia en las espalda. De esta manera el niño normalizará este tipo de muestras de afecto.
En las ocasiones en las que el niño pide ayuda haremos lo mismo. Responderemos a la ayuda con una caricia, un beso, un abrazo, una mano en la espalda… De esta manera integramos los afectos como una actividad normal dentro de la dinámica de la familia.