Cuando te propones bajar de peso es muy importante que establezcas unos objetivos concretos y realistas que se adapten a tu forma de ser. Además, los motivos que te impulsan a cambiar de hábitos debería salir de tu interior, no de tu entorno. ¡Y no se te ocurra compararte con los demás o establecer un plan de pérdida de peso superriguroso!
Muchas veces nos vemos forzadas a tirar la toalla porque, sencillamente, no escogimos el método correcto. En consecuencia, te recomendamos elegir con cuidado el tipo de dieta y entrenamiento físico qué vas a realizar. Tampoco deberías perder de vista estos consejos para adelgazar.
La clave del éxito para perder peso es usar una técnica equilibrada que combine dieta sana, hidratación y ejercicio, pero sin pasarse en ninguno de los tres aspectos. De hecho, si tu mente percibe el nuevo reto como algo inalcanzable, simplemente lo rechazará.
Peso, pulsaciones, calorías… Desde luego, cada vez es más fácil monitorizarlo todo y eso es algo que puede influir positivamente en nuestra motivación. Sin embargo, hay una línea muy fina entre medir los resultados y obsesionarnos con ellos. De hecho, hacerlo de forma compulsiva puede degenerar en trastornos de la conducta alimentaria.
Cosas tan simples como escuchar tu música favorita mientras entrenas o preparar los platos saludables de forma visualmente atractiva son mano de Santo para mantener alta tu motivación. Por contra, si tu cerebro percibe la pérdida de peso como una especie de castigo divino, podemos asegurarte que hará todo lo posible por boicotearla.
Aunque todo buen plan debe contemplar que habrá recaídas y momentos en los que tu peso se estancará, siempre es bueno premiarte cuando cumplas los objetivos. Sin embargo, procura evitar los premios gastronómicos, ya que solo lograrán retrasar tu progreso.
Los pequeños castigos (como privarte de algo que te gusta) también pueden ser útiles para no incumplir tu compromiso con la vida sana.