Las vacaciones y estar alejados de nuestra rutina diaria hacen que por norma general nos relajemos mucho más con nuestros cuidados personales, incluyendo los alimenticios, que cuando estamos en casa. Además, al hecho de que probablemente consumamos más calorías de lo habitual, hay que añadir que si nos decantamos por el turismo de sol y playa, estar tumbado tomando el sol no genera un gran gasto calórico.
Los expertos en nutrición aseguran que comemos menos por las altas temperaturas, pero que, a nivel general lo hacemos peor. Es decir, nos da pereza cocinar y ya ni hablemos de utilizar electrodomésticos como el horno a comer platos calientes. ¿La solución? Aprovecha para disfrutar de todo tipo de ensaladas de lo más completas o gazpachos, ¡perfectos para esta época!
Los chiringuitos, bares y terrazas se encuentran directamente detrás del fenómeno de engordar en verano. La comida de tapeo, muchas veces con fritos como las tan típicas frituras de pescado, pueden suponer un incremento en nuestro consumo de calorías. Además, por si esto fuera poco, frecuentemente acompañamos estos platos por una cervecita que no ayuda a mejorar la situación.
El verano es sinónimo de helados y, posiblemente si eres goloso o golosa, comer uno cada día no sea lo más recomendable para mantener nuestro peso a raya. ¿La alternativa? ¡Haz tus propios polos a base de frutas o helados caseros como el de pistacho!
Si habitualmente no consumes alcohol y en verano has tomado algún que otro cóctel durante las vacaciones, ten claro que sumará al total de lo que marque tu báscula. Además de que el alcohol de por sí forma parte de las llamadas “calorías vacías”, en muchas ocasiones los cócteles van acompañados por azúcares, siropes y todo tipo de ingredientes prohibidos por cualquier dieta.
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