En busca de Marisa, primero va a darse de morros con una atrevida que no tiene demasiado tiempo por estar cuidando de su nieto. Pocos segundos de llamada que le han llevado hasta su suegra de verdad; una encantadora mujer que le va a seguir el juego en todo momento.
Consciente de que tiene un hijo precioso y con ganas de preparar un delicioso arroz con pollo a la llegada de Paolo a España, va a interesarse más aún cuando el brasileño le anima a aprender salsa: «Con lo mulato y guapo que soy…», se dejaba querer.
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