Cada vez manejamos más y más contraseñas para acceder a todo tipo de servicios. Desde la intranet de la oficina hasta el banco, pasando por el e-mail. Puede que beber dos tazas de café al día sirva para proteger nuestra memoria, ¡pero necesitamos mucho más que eso para meternos en la cabeza tantísimas claves!
Letras mayúsculas y minúsculas, números, símbolos…, parece que las contraseñas seguras tienen todo lo necesario para que resulte imposible recordarlas. La cosa se complica si tenemos en cuenta las recomendaciones de cambiarlas frecuentemente y de no utilizar la misma password para varios sitios.
Los gestores de contraseñas y los generadores automáticos forman una combinación ganadora. Es una forma muy inteligente de manejar claves seguras sin tener que recordarlas.
Utilizar un gestor de passwords hace que solo tengas que recordar la contraseña maestra para acceder al programa. Los expertos recomiendan investigar la fiabilidad del software que vayamos a emplear e instalarlo siempre en local.
Los gestores de contraseñas son de uso casi obligado cuando tenemos que manejar un gran número de ellas. Generalmente son programas de pago, aunque también puedes hacerlo tú misma mediante la creación de un archivo cifrado que incluya todas tus claves.
La clave aquí está en ser retorcida para que tu contraseña sea, a la vez, indescifrable y fácil de recordar. Utilizar reglas mnemotécnicas, combinaciones de palabras o transcripciones alfanuméricas suele funcionar muy bien.
Ten en cuenta que una cosa es que tu contraseña posea un sentido para ti y otra muy distinta es que sea evidente. Por lo que más quieras, deja de emplear palabras como «Estopa» o «Juanes», ya que son de las más utilizadas.
Para que la password siga siendo confiable es importante que haya que realizar cierto esfuerzo mental para llegar a él. Por eso deberías abstenerte de emplear las contraseñas más inseguras utilizadas por los españoles.
Es la opción que menos esfuerzo requiere: tan solo asegúrate de crear una clave segura y grábala a fuego en tu cabeza. A continuación, podrás utilizarla en todas tus cuentas añadiendo algo tan simple como el nombre del servicio que quieres identificarte.
Este truco tiene dos variantes, ya que puedes utilizar el nombre completo de la página donde pretendes acceder (por ejemplo, Amazon) o bien una abreviatura del mismo (por ejemplo, AMZ). También puedes hacerlo un poco más indescifrable invirtiendo los caracteres, eliminando las vocales o usando el equivalente alfanumérico de las letras. Además, puedes añadir la variación al principio o al final de la contraseña base, y separada o no por algún símbolo, como un guion.
Está claro que no podemos vivir sin las passwords y que no pueden ser demasiado fáciles de recordar para seguir resultando fiables. No obstante, seguro que si aplicas estos trucos para no olvidar las contraseñas, nunca más volverán a darte problemas.
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