Hay que retomar las buenas costumbres nutricionales, adelantar la hora de la cena e ingerir en ellas alimentos ligeros y desintoxicantes
Toma buena nota y ¡verás como funciona!
Depurativas, bajas en calorías y reconfortantes ahora en invierno. Aportan vitaminas, minerales y fibra y son muy fáciles de digerir.
Al horno, al vapor o a la plancha y acompañados de verduras o ensaladas a la plancha, los pescados son una buena opción al menos tres veces por semana.
Los moluscos son ricos en proteínas, con un bajo contenido en calorías y de muy fácil preparación: calamares, mejillones, pulpo…
Atrévete a probar alimentos nuevos. El bulgur es un grano partido de trigo originario de América del Sur, con 112 calorías y 4 gramos de proteína por taza. La quinoa tiene 222.
Para evitar la retención de líquidos, utiliza brotes pequeños o espinacas baby. Complétalas con algo de proteína para que el plato sacie y sea más completo.
Elige carnes magras -pollo y pavo- y cocínalas a la plancha acompañadas de verduras o frutas al gusto.
Si preparas cualquiera de estas cenas, recuerda que es importante que la ingieras un mínimo de tres horas antes de acostarte: mejorarás tu digestión y la calidad del sueño.
La digestión de las frutas por la noche es mucho más lenta. Hay dos frutas que confirman esta teoría: el plátano y el melón. Su enorme cantidad de fructosa provoca que el cuerpo tenga que ponerse a hacer horas extra para conseguir digerirla. Esto se traduce en flatulencias, hinchazón abdominal, insomnio y, especialmente, en este pensamiento: «maldita la hora en la que me comí ese plátano».
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